España | En la Carretera | Descubriendo el Valle del Tormes


Barco de Ávila
Barco de Ávila se encuentra situado entre las Sierras de Gredos y Béjar

Salpicado de paisajes agrestes y pueblos medio deshabitados a los que ha venido a salvar el turismo rural, este precioso rincón del suroeste abulense, a dos pasos de Gredos, es el destino perfecto para desconectar perdido en medio de la naturaleza.  Aquí, este tópico se cumple con creces.

Isabel García

Aquí, el tópico de parajes aparcados en el tiempo desde hace ya muchos lustros se cumple de sobra. Por eso, nadie se sorprende al ver jugar al cinco y caballo a un grupo de lugareños (sillas de mimbre mediante) a la puerta de la casa de uno. O al escuchar a eso de la una y media, dos menos cuarto, el insistente claxon de la furgoneta (hoy toca la que llega de La Horcajada; mañana, de La Carrera, un par de pueblos de alrededor) con el «del pan», el esforzado paisano que cada día (menos los domingos: eso es sagrado) se dedica a hacer kilómetros por la zona cargando con hogazas, pistolas y magdalenas XXL.

En definitiva, un ultramarinos andante a falta de cualquier atisbo de tienda, bar o sucedáneo por las inmediaciones de este Valle del Tormes, al suroeste de Ávila, casi pegado a las cumbres de Gredos y a dos pasos de las provincias de Cáceres y Salamanca. La taberna que hacía las veces de panadería en esta aldea en cuestión (Los Cuartos, dentro del municipio de Santa María de los Caballeros, a 75 kilómetros de Ávila capital) cerró en los 90. Hoy, se conforman con la Casa del Pueblo (antiguo cine-club en el que se reunían los vecinos para ver la única televisión de la zona), reconvertida en bar self-service en verano, cuando aquellos que emigraron con poco más de 14 años vuelven al pueblo con sus hijos y los hijos de sus hijos por vacaciones.

Entonces, el bocinazo del «del pan» basta para congregar a entrañables abuelos con boina y abuelas con pañuelo en busca de queso fresco u hornazo, una especie de empanada rellena de productos de la tierra rociados con manteca: chorizo, lomo, jamón… rociados de manteca. Es uno de los manjares de Ávila en general y de este apacible Valle del Tormes en particular. A menos de dos horas de Madrid por la N-VI, la mayoría de sus pueblos encabeza los ránkings de los menos habitados, no sólo de Castilla y León sino de toda España. Por eso, hace apenas unas semanas que Caballeros salió en los papeles porque aquí no nacía ningún niño desde los años 80. Normal entonces que en invierno no vivan más de 15 ó 20 personas, aunque para muchos ése es precisamente su encanto.

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