
Rescatada por una familia con profundo amor por la vida de campo, la Estancia Characato nos sumerge en días de austeridad y tradición.
Para quien vive enfrascado en el ruido y la prisa de la ciudad, llegar a este paraje tan remoto es, cuando menos, desconcertante. En un primer momento, descolocan la lejanía y la austeridad del modo de vida, pero pronto dan lugar a la placidez, ayudados por el sabor de una comida preparada como ritual y homenaje, de la lectura a la luz de las velas y del silencio profundo.
La hora y media que separa la ruta de asfalto que va a La Falda de la estancia es un camino de tierra, a lo largo del que se suceden cañadones y vertientes naturales. «Este inhóspito rincón del mundo tiene, para nosotros, el atractivo de la contienda diaria con la naturaleza. Además, nos cautivó la idea de rescatar un lugar que se estaba diluyendo en la historia» , explican los dueños de casa, que llegaron hace más de diez años desde Córdoba capital a este rancho y su estancia, en el que podrían cumplir el sueño de llevar una vida retirada y tener un establecimiento agropecuario.
Si bien los terrenos originalmente pertenecieron a los jesuitas, la estancia, desde fines del siglo XVIII hasta el siglo mediados del siglo XIX, fue propiedad de los descendientes del teniente coronel Francisco Antonio Díaz. Luego pasó a manos de la familia Peralta que, en 1895, construyó la capilla. Sus instalaciones fueron concebidas a lo grande, con coro, confesionario y sacristía para recibir al cura que venía periódicamente a celebrar misa.
desde Una estancia que se resiste al olvido | ESPACIO LIVING.
«Characato – Actividades Deportivas y de Aventura»
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Las Tierras
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