Arquitectura mil delicias · Shanghai


El Cathay Teatre
El Cathay Teatre

CRÓNICA: viajes ventanas / Shanghai
CATALINA SERRA

Cae la noche en el Bund de Shanghai y el enorme malecón junto al río Huangpu está, como siempre, atiborrado de turistas perseguidos por todo tipo de vendedores de comida, gadgets con lucecitas de colores o cometas que hacen volar con una maestría después difícil de imitar. Desde un restaurante cubano a pie de río, se ven encenderse las luces de los rascacielos del Pudong y los barcos-anuncio iniciar su marcha río arriba y río abajo con sus grandes pantallas escupiendo publicidad.

Enfrente, La Perla de Oriente, una divertida torre de televisión salida de un cómic de los años cincuenta que desde 1995 es uno de los emblemas del desarrollo urbanístico de la ribera este del río, hace veinte años, una zona industrial llena de barrizales. Pese a no gozar del respeto de los críticos, esta entrañable torre es uno de los principales atractivos de la gigantina y un tanto desolada área de Pudong, llena de grandes edificios de oficinas y de hoteles colocados en la ribera de manera un tanto caótica.

Cuesta entender, por ejemplo, cómo teniendo un edificio tan bello y esbelto como la torre Jin Mao, un rascacielos que alude en su forma a las tradicionales pagodas pero sin la tematización chinesca que corona muchos de los nuevos edificios del país, se haya consentido que su silueta casi esté desapareciendo del skyline que se aprecia desde el Bund, perdido como está entre una abarrotada superposición de otros rascacielos anodinos. Pero, en fin, nada más llegar a Shanghai es fácil darse cuenta de que allí no rigen los conceptos urbanísticos occidentales, en parte porque los conceptos son otros y en parte porque seguramente el crecimiento ha sido tan rápido que no han tenido tiempo de ordenarlo. Justo debajo del mirador turístico, en el piso 87 del Jin Mao, hay un bar en el que sirven unos estupendos cócteles con vistas aptas sólo para personas sin vértigo. Hasta hace menos de un año era el edificio más alto de China, pero el pasado agosto le superó su vecino, el SWFC, un centro financiero también de diseño estadounidense que tiene forma de abrelatas.

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