
Berto González Montaner. Editor jefe ARQ
bmontaner@clarin.com
¿Qué hacer cuando la vida útil de un edificio venció? ¿Hay que tirarlo abajo o es posible recuperarlo? La pregunta no tiene única respuesta. Foster, en pleno Manhattan, pinchó el antiguo edificio Déco del imperio periodístico Hearst con una modernísima torre (ARQ 8/08/06). Una idea que ya habían mostrado los argentinos Agrest – Gandelsonas en la década del 70 cuando plantearon hacer lo mismo con una construcción existente en Madison y la 71, en pleno distrito histórico. A HOK y al Estudio Aisenson, autores del Edificio La Nación (Bouchard 551), no les pareció importante conservar la carcaza del diario proyectado por SEPRA en los años 60, una excelente pieza de la arquitectura moderna criolla. Se apoyaron en su estructura y construyeron una torre que no dejó vestigios del antiguo edificio. En la torre del Banco Galicia, en el microcentro porteño, simplemente tiraron abajo el viejo Banco Español, construyeron la torre y, por requerimiento municipal, dejaron solo como testimonio del pasado dos caricaturas de la fachada antigua. Los marplatenses Mariani – Pérez Maraviglia tomaron otras decisiones con los ex-talleres del diario La Prensa, en Azopardo y Chile (pág. 6). Desactivadas sus rotativas, usaron los espacios obsoletos para erigir una torre mientras en el resto del edificio sigue funcionando la redacción. Retrocedieron la traza de la torre dejando así una suerte de basamento que logra no desnaturalizar la escala urbana y la memoria del lugar.
desde Visiones del patrimonio.


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