
Los productores apuestan por un diseño esquemático llevado a su mínima expresión – El ‘gurú’ Giulio Capellini encabeza esta vuelta a lo esencial
ANATXU ZABALBESCOA – Madrid
También entre sillas y mesas nacen y renacen las modas de los kilos de menos. O de los kilos de más. El volumen y el peso son, en realidad, la mitad del diseño. Y estirar, o redondear, un tercio de la estrategia de un diseñador. Pensemos en el escocés Charles R. Macintosh y en los respaldos alargados, imposiblemente altos, de sus sillas Arts&Crafts. Evoquemos la sinuosidad fondona del pop o las curvas estilizadas del art nouveau. Aunque, también en diseño, la redondez no indica siempre sobrepeso, sí es cierto que los ángulos rectos remiten, inequívocamente, a la seriedad matemática. Y no están los tiempos para muchas bromas.
Tal vez por eso, este año, el gurú Giulio Cappellini ha querido, en su habitual apuesta múltiple y siempre
acertada, romper también una lanza a favor de lo magro. Así, junto a productos nuevos, como las escuetas mesas nido Hip (de Leonardo Talarico), un clásico en el ahorro espacial sin florituras ni excesos pero, eso sí, coloreadas para que la seriedad se haga más llevadera, ha optado por recuperar el legado de uno de los diseñadores más misteriosos de la historia del diseño. Cappellini ha rescatado, y -atención- coloreado, la colección Fronzoni ’64 del enigmático Angiolo Giuseppe Fronzoni (1923-2002).


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