TOKIO.- A los japoneses les preocupa –y mucho– cumplir con el Protocolo de Kioto. En primer lugar, porque están moralmente obligados a hacerlo por haberse firmado en su antigua capital imperial hace ahora 10 años; y además, porque el elevado confort tecnológico alcanzado no quieren reducirlo sino ampliarlo, aunque necesariamente con una mayor eficiencia energética de los aparatos.

