
Después de 50 años, la marca sueca sustituye en su catálogo una fuente offline (la Futura) por otra online (la Verdana) y desata un encendido debate en el mundo del diseño. ¿Otra batalla que gana Internet?
RAMÓN FANO
Abrir el buzón y encontrarse con el catálogo de Ikea a la vuelta de vacaciones comienza a ser una tradición de los modernos tiempos globales. No en vano, ocupa la tercera posición de publicaciones impresas: más de 118 millones de ejemplares, editada en 23 idiomas y distribuida en todo el planeta. Como en cualquier otra importante tradición, una alteración provoca grandes controversias. Y la edición 2010 presenta un cambio tipográfico sin precedentes. La sustitución de la fuente Futura, que llevaban usando 50 años, por la Verdana. La primera fue creada en 1927 por Paul Renner bajo la influencia de la Bauhaus. Esta fuente siempre acompañó a la modernidad, e incluso a la posmodernidad. “No es una tipografía cualquiera”, opina Manuel Estrada, diseñador gráfico y presidente de la Asociación de Diseñadores de Madrid (DIMAD), “la Futura es una de las primeras tipografías de palo seco. Su vocación racionalizadora, utilizando las formas geométricas puras, tiene una raíz casi ideológica y desafiante”. La historia de la Verdana es mucho más fría. Es un producto de marketing, el equivalente a un producto discográfico enlatado. Fue diseñada en 1996 por Matthew Carter como encargo de Microsoft para facilitar la lectura en pantallas de ordenador, sobre todo en la letra pequeña. De hecho, es la fuente que viene por defecto en casi todos los sistemas operativos.


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