
El equilibrio del diseño del paisaje y la casa refleja la correspondencia entre los espacios. Como un canto al unísono, el compás se descubre simple y único.
El color verde invade, trepa por las paredes y se desarma en el azul del cielo y el amarillo en un día soleado. Un sonido sutilmente metálico recrea un ambiente moderno y perdurable. Son las hojas de chapa de agapantos que coronan las dos alas laterales de la edificación central. Esta casa, que conjuga e integra espacios exteriores con interiores, se presenta clásica en sus proporciones pero con una estética contemporánea y funcional. Las paredes materializan las líneas fuertes; curvas y rectas de colores impactantes dan movimiento a las fachadas. Además, las formas curvas tienen la intención de dar tregua a los ruidos de la calle, y permitir un refugio privado.
Dos bloques de construcción se intercalan con tres espacios verdes. Estos sectores fueron trabajándose con la idea de resaltar de manera natural y descubrir los ámbitos de acceso, corredores y estar. Sobre la base de la arquitectura tan personal de Eugenio Cesar, el diseño paisajista de Teresa Zuberbuhler buscó mantener la sintonía con la propuesta preexistente. La premisa fue respetar el estilo fresco de la casa.
Lugares abiertos
Para el deleite de los que atraviesan la primera entrada y transitan el sector que separa el área de servicios del área principal, la vegetación neta y monocromática expresa frescura y abundancia. Antes de ingresar por la puerta del cuerpo central, dos estanques estrechos y curvos, que acompañan la forma de la pared, surgen de cada lado. Albergan camalotes, lotos, papiros y ranas huidizas. El agua sólo aparece como colchón silencioso donde las plantas flotan en armonía. Al atravesar la casa se llega a una generosa galería de ladrillos, preludio del jardín.
desde Paisajismo: Sintonías, ritmos en verde y blanco | Revista Jardín.
(el artículo incluye galería de imágenes del diseño paisajístico)


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