La apacible ciudad suiza en la que Calvino predicó sus dogmas y teorías celebra los 500 años de su nacimiento
JORGE EDUARDO BENAVIDES
Ginebra es una de esas ciudades extrañas que puebla el imaginario de muchos de nosotros como una estampa inmóvil y elaborada por multitud de tópicos: sede de las Naciones Unidas y de prácticamente todo el espectro burocrático mundial, así como encrucijada de las grandes multinacionales, cuartel general de los bancos más poderosos y cuna de las más prestigiosas casas relojeras. Y lo es, pero como casi siempre ocurre, apenas rascamos ligeramente en esa estampa capitalista y feroz encontramos una ciudad apacible, recostada indolentemente a orillas del lago Leman, llena de historia, eclosionada de flores en primavera, bulliciosa y -en contra de lo que nos dice el tópico- divertida y con mucho encanto.
desde Ginebra, el fiel de la balanza en El Viajero de ELPAÍS.com.
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