“Gaudíera un hombre de empeño. Mirallesera un genio. Barcelona, la ciudad que ha acunado a ambos arquitectos en el inicio y en el final del siglo XX, será recordada por ello en la historia a escala mundial”, predice Isozaki, que comparte con Oriol Bohigas y Rafael Moneo el privilegio de ser miembros de honor de este nuevo espacio que se abre a la ciudad 12 años después de la muerte de Miralles con el objetivo de ser un centro de divulgación y un referente para la experimentación de la arquitectura contemporánea. Bohigas y Moneo sí estuvieron. Bohigas valoró “la capacidad de influencia” de Miralles en una generación, y Moneo, “su asombrosa capacidad para enfrentarse a proyectos tan distintos”.
“Que venga quien quiera a la fundación”, proclamó Tagliabue. De entrada hay buenas razones para hacerlo. La sala principal recupera la minimalista exposición Miralles en Harvard, 1993, que él mismo dirigió durante su estancia como profesor de la cátedra Kenzo Tange en la universidad más antigua de EEUU.
Se trata de una retrospectiva de una trayectoria en la que destacan los planos del cementerio de Igualada, obra que le concedió el prestigio internacional. En un lateral se exhibe la muestra de propuestas de alumnos de Harvard titulada Redescubriendo Glòries, dedicada a la plaza cuya reconversión urbanística lleva años suscitando controversia.
Son posibles candidatas al concurso internacional del Ayuntamiento | Es el pistoletazo de salida a la Fundación Enric Miralles, creada en memoria de su marido, conocido arquitecto de la ciudad