El jurado, reunido telemáticamente este miércoles, ha destacado especialmente «la coherencia de su trayectoria profesional, su independencia creativa y su labor docente de toda una vida dedicada a formar distintas generaciones de arquitectos que han encontrado en su trabajo una fuente de inspiración además de convertirse en referente de la arquitectura española tanto a nivel nacional como internacional«.
Arquitectura 2020: El mundo de ayer https://t.co/hlVm491rDC Dice mucho de los últimos 12 meses el que la arquitectura más relevante fuese de todo menos nueva: nuestras casas. La mala calidad de nuestros hogares no es lo único que hemos descubierto y ya sabíamos
El arquitecto español, galardonado por la Academia de Artes y Letras de Estados Unidos, se suma a una nómina en la que están Foster, Moneo, Gehry y Toyo Ito, entre otros.
El galardón, que incluye un premio de 5.000 dólares (3.816 euros), se concede a un arquitecto «prominente» de cualquier nacionalidad que haya realizado «una contribución significativa a la arquitectura como arte», señaló la Academia en un comunicado.
El premio Arnold W. Brunnerse entrega anualmente desde 1955 y entre los ganadores figuran el español Rafael Moneo (1993), el estadounidense Frank Gehry (1983), el británico Norman Foster (1992) o el japonés Toyo Ito (2000), último premio Pritzker.
Campo Baeza, nacido en Valladolid en 1946 aunque criado en Cádiz, es profesor de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid desde hace más de 25 años y ha sido profesor visitante de varias universidades estadounidenses y europeas.
Además de varios galardones, Campo Baeza fue nominado en 2012 y 2010 al premio europeo Mies van der Rohe de arquitectura contemporánea y fue finalista del Premio de Arquitectura Española 2011.
Through a bequest from Emma Beatrice Brunner, widow of Arnold W. Brunner (1857-1925), the Academy, since 1955, has given an annual prize, now $5,000, to an architect of any nationality who has made a contribution to architecture as an art.
La ‘Casa Rufo’ desarrolla la teoría arquitectónica de la caverna y la cabaña
Crítico con la especulación, considera el suelo «un bien de primera necesidad»
Jose F. Leal | Itxaso G. Navidad (Vídeo) | Madrid
Vive de alquiler desde hace cuatro décadas en el centro de Madrid, no tiene coche -cree que las fábricas de automóviles habría que cerrarlas-, ni es partidario de la acumulación, tampoco usa teléfono móvil y, por supuesto, no se prodiga en las redes sociales de Twitter o Facebook. «Y cuando me muera, todo para el Estado». Así es Alberto Campo Baeza (Valladolid, 1946), seguidor de la estela de Oíza y Javier Carvajal -al que aún visita de vez en cuando- y uno de los maestros de la arquitectura española actual, que ha conseguido algo muy complicado en su profesión: el respeto -proclamado o silencioso- de la gran mayoría de sus colegas.
Quizá sea porque no se guarda lo que piensa, porque dice con naturalidad y convencido que en nombre de la sostenibilidad se «han hecho muchas cosas sin sentido», que la enseñanza de la Arquitectura cada vez está en peores manos, que los PAU’s de Madrid y las salidas de la capital son «un desastre» y que el suelo, «un bien de primera necesidad», en vez de socializarlo, ha pasado a ser «un bien de especulación» y eso es «como si la gente especulara con el pan».
Cree que a los arquitectos había que ponerles límite, es decir, que no se les permitiera construir «cualquier cosa». «Muchas viviendas unifamiliares actualmente parecen más esculturas que otra cosa y los edificios residenciales de protección están tan llenos de normas que es imposible hacer algo decente», afirma.
Unifamiliar de dos alturas -más sótano- sobre una parcela de 2.400 metros cuadrados. Planta baja alargada (30×6 m.) de tres metros de altura, paralelo al horizonte. Planta superior con salón acristalado. Hormigón y vídrio, principales materiales. [Álbum]
La casa reproduce la fórmula utilizada en proyectos como Casa Blas (Madrid) y en la Olnick Spanu (Nueva York).
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