La más ambiciosa y vanguardista arquitectura se hace un hueco entre la incalculable (y milenaria) riqueza artística española. Es el caso de esta imagen, el centro de operaciones para las misiones de mantenimiento de paz de la ONU, el primero de España y el segundo de Europa, que se erigirá en 2010 en Quart de Poblet (Valencia).
El Estado, principal propietario y promotor de megalómanos desarrollos urbanísticos
JOSE F. LEAL
MADRID.- Prodigio empresarial para unos, engendro de la globalización para otros, Emiratos Árabes Unidos no deja indiferente. Desértico, sin apenas agua potable, vegetación o recursos alimenticios propios, con un clima infernal que alcanza con frecuencia los 50 grados y una pesada neblina que flota en el ambiente durante gran parte del año, en cosa de una década se ha convertido en una especie de paraíso inmobiliario , epicentro del desarrollismo asiático y de la ostentación de los millonarios con piel de petróleo. ¿Alguien lo entiende?
Dubai es su campo de pruebas, un puzle con cimientos de arena cuyos dirigentes manejan a su antojo. De los siete que forman la federación de Emiratos Árabes Unidos, es el que menos petróleo acumula en su subsuelo, detalle que obligó a sus gobernantes -Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, hijo heredero de Maktoum bin Rachidfallecido en 2006, y gran propietario del país- a centrarse en el negocio urbanístico como principal vía de ingresos. Ahora, sus rascacielos se cuentan por docenas y es el mayor centro internacional de negocios árabes y destino del turismo asiático, que atrae a millonarios de todo el mundo.
Todo comenzó en 1997, con la creación de Emaar Properties y Al Nakheel Properties, ambas propiedad del Estado dubaití. El edificio Burj Dubai (‘Torre de Dubai’ en árabe), propiedad de Emaar, que se levanta en la ciudad es, junto a The Palm, de Nakheel, el símbolo de la pujanza de país. Estará terminada en septiembre de 2009 y medirá 800 metros.
El miércoles último falleció el reconocido autor de la famosa toma nocturna Case Study N22, que lo hizo famoso en el mundo entero.
NUEVA YORK (AFP y ANSA). -El estadounidense Julius Shulman, que elevó a un arte la fotografía de arquitectura, falleció el miércoles a los 98 años en su domicilio de Los Angeles (California), indicó su representante, el galerista Craig Krull, que dijo «era el fotógrafo de arquitectura más grande de todos los tiempos».
El fotógrafo se mudó a California, donde inició su carrera en la década del 30 y se destacó por sus fotografías de las obras de grandes arquitectos, como Frank Lloyd Wright, Pierre Koenig, Charles Eames o Richard Neutra.
Su fotografía Case Study House N22 (1960), obra de Koenig, que muestra simultáneamente a dos mujeres en el interior de una casa, la arquitectura exterior de la misma y un deslumbrante panorama nocturno de Los Angeles, lo hizo famoso en el mundo entero.
«Transformó la fotografía de arquitectura, haciéndola pasar de lo meramente comercial a una de las bellas artes», dijo Krull.
El año pasado, el editor alemán Benedikt Taschen publicó una obra retrospectiva, «Modernism Rediscovered» con más de 400 proyectos fotografiados por Shulman, mientras el Getty Center adquirió años pasados todos sus archivos.
Nacido el 10 de octubre de 1910 en Brooklyn, hijo de inmigrantes judíos rusos, Shulman se estableció con su familia en Los Angeles en 1920.
El concejo asturiano en el que nació el fundador de El Corte Inglés alberga un centro dedicado a la poesía. Su impulsor es el escritor Fernando Beltrán, inventor de nombres como Amena y Faunia
JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS
Para algunos, Jorge Luis Borges entre ellos, el paraíso tiene la forma de una biblioteca. Para otros, la de El Corte Inglés: un universo con escaleras mecánicas en el que la vida se organiza verticalmente y del que nada, salvo la pobreza, ha quedado excluido. Paradójicamente, los dos extremos confluyen en Grado. El promotor de los grandes almacenes más famosos de España -es lo primero que te dicen cuando llegas- salió de este pueblo asturiano de 7.000 habitantes, famoso por un tocinillo de cielo también paradisíaco y vigilado por el río Cubia, que atraviesa un paisaje sin precio, esto es, que no cabe en El Corte Inglés. Todavía. Está visto que todo son metáforas. Y dinero.
Tal vez lo dé la tierra, pero aquí nació en 1891 Valentín Andrés Álvarez, que sabía de las dos cosas, de retórica y de plusvalías. De hecho, su nombre lleva siempre pegada una etiqueta: «el economista de la generación del 27». Fue, efectivamente, catedrático de economía, poeta mediano y dramaturgo de cierto éxito. Frecuentó en París a los surrealistas, en los cafés a Gómez de la Serna y en las aulas a Ortega y Gasset, que lo definió como «el hombre que siempre está dejando de ser algo». Valentín Andrés fue, además, el que trajo a Grado La Barraca de su amigo Federico García Lorca. Una placa en la plaza del pueblo recuerda que en 1932, el año en el que empezó a rodar, pasó por allí aquella compañía universitaria republicana empeñada en llevar a la periferia a Lope, Tirso y Calderón.
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