Hasta hace poco, si ponía en el buscador de mi archivo la palabra «monoblock«, aparecían notas referidas a los típicos bloques de vivienda construidos en nuestro país en los años 40 y 50. Pero desde 2008, lo que aparece con recurrencia es un colectivo de jóvenes arquitectos que figura premiado en muchos de los últimos concursos nacionales. Sacaron 2° premio en el concurso del Parque Lineal y el del Banco Central; 3° mención en la Morgue Judicial y 3° premio en el reciente certamen de Dársena Norte. Finalmente les llegó el gran momento: ganaron el concurso para el Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata. Un certamen muy exigido por el tema y por su gran convocatoria. Lo han conseguido a costa de perseverancia e ingenio. En el caso del museo, la clave triunfadora fue que le encontraron la vuelta al crecimiento que pedían las bases del concurso.
Plantearon un museo-célula que podría crecer casi indefinidamente si no fuera por las limitaciones del terreno. Una idea que recuerda el museo de crecimiento ilimitadoque planteó Le Corbusier para el Museo de Tokio.
Santiago de Compostela es una ciudad pequeña que invita al visitante a perderse por sus calles. De sus 100.000 habitantes cerca de un cuarto son estudiantes universitariosy dotan a la ciudad de una sobrada vitalidad con una destacada actividad nocturna así como una amplia oferta cultural.
Conserva las huellas del arte románico, gótico, barroco, renacentista y neoclásico. Impresiona la belleza de un casco antiguo que cubre la mayor parte de la ciudad. Cuatro plazas son las que dividen el conjunto histórico: Platerías, Quintana, Azabachería y Obradoiro. Sin duda, esta última, es el epicentro de la ciudad y también el final del camino para los peregrinos. Lugar donde se encuentra la fachada de la Catedral, este templo guarda el emblema que ha hecho tan famosa a la ciudad, se trata de las cenizas del Apóstol Santiago. Descubrimiento que la convirtió desde el siglo IX en uno de los santuarios más importantes de toda la cristiandad. En la plaza de Obradoiro se encuentran además, el claustro, el palacio Arzobispal, el hospital de los Reyes Católicos y el palacio de Raxoi. Buscando unos ojos que miren al conjunto de la ciudad, el monte del Pedrosoes el lugar idóneo para quedar embelesado por las vistas que ofrece, el atardecer ilumina al templo con una luz muy particular, dejando unas estampas de una belleza singular.
Nota personal: si bien Santiago de Compostela es el final del camino oficial, lo es para quienes solo siguen el turismo. Aquellos que persiguen la tradición, que recorren la auténtica Vía Estelar, culminan su marcha en el Finisterre, alli donde terminaba el mundo greco-romano, divisando las columnas de Hércules de los antiguos y luego nada más que vastas aguas… la tradición también marca que una vez allí deben quemarse las ropas con las que se hizo el recorrido, en una mezcla de ofrenda y acto ritual de purificación (cuentan aquellos que lo han hecho que no pueden describirlo con palabras, pero lo primero que les viene a la mente es «liberación»). La industria turística ha degradado la llegada al Finisterrae a simple actividad de senderismo, pero es, en esencia, el auténtico final del Camino, aquel punto en el cual ya no pueda avanzarse más, quedando al frente la inmensidad del mar océano …
Desde que la tarde comenzó a declinar entre nubes de plomo y cobre ardiente, un tropel de gente dispuesta a todo ocupó ayer las calles de Madrid. Chaquetones, buen calzado y mucha marcha fue la tríada elegida para responder a la invitación municipal a trasnochar. Y, de paso, saldar la deuda de cada cual con los espectáculos y la cultura.
La noche brindaba una ocasión inmejorable en 196 focos de atracción dispersos por la ciudad. Pequeños grupos familiares con las cabezas pegadas encima de los programas de mano, intentaban trazar itinerarios viables y compatibles dado lo apretado de los horarios y el aluvión de oportunidades simultáneas.
Carmen y Miguel, cuarentones, y Samuel, Michi y Laura, veinteañeros, optaron por un trayecto familiar musical pero comenzaron por visitar el burro de Atocha, iluminado por ocho focos halógenos de 400 vatios cada uno. Luego, casi al trote, subieron por la Cuesta de Moyano y se adentraron en el Retiro. En la Chopera, un camión de donación de sangre abría las puertas al público hasta la una. Una vez en el templete de la centenaria Banda Sinfónica Municipal, Enrique García Asensio dirigía una primorosa interpretación de bandas sonoras de filmes como Un hombre y una mujer, La vaquilla o Los siete magníficos.
Cuenta la leyenda que una noche al año las calles del centro de la capital se llenan de criaturas mágicas que hipnotizan a todos con su arte. Como surgidas de la nada aparecen pintores, escultores, artistas, bailarines… para crear un mundo imaginario en una noche en la muy pocos evitaron frotarse los ojos. Todo eso ocurrió ayer, dicen, mientras usted dormía.
La Noche en Blanco volvió a conquistar en su cuarta edición la mente y los corazones de un millón y medio de madrileños. Todos ellos salieron a la calle para admirar, disfrutar y vivir de cerca la cultura. Una oportunidad única. Ninfas de la literatura esperaban tras una esquina para leer unos versos. Sirenas de secano acampaban junto a la plaza de España para ofrecer su música al común de los mortales. Diosas de la danza que invitaban al baile en la cuesta de Moyano o ante la mismísima Cibeles. También alguna criatura maligna que invitó a pescado a cambio de tu sangre… Fue el sueño de una noche que está a punto de despedir el verano.
… Y el peatón conquistó la ciudad de los coches
La Noche en Blanco fue ayer la noche del peatón. Durante unas horas mágicas la cultura y el ocio barrieron los coches de las calles y el ciudadano de a pie conquistó el sueño de un centro peatonalizado. Decenas de miles de personas patearon la noche en busca de las propuestas artísticas más vanguardistas, del asombro, de la música callejera, de la poesía nocturna, de imágenes impactantes, de espadachines, de danzas exóticas… En definitiva, de poesía. Un incesante hormiguero formado por decenas de miles de personas en vela discurrió durante horas por la calle Mayor, Gran Vía, calle Fuencarral, los paseos del Prado y Recoletos, la calle Alcalá…
Quizás llegue el día en que esta escena, que hoy nos resulta tan extraordinaria, sea una realidad. Mientras, habrá que disfrutar de oportunidades como la de ayer, pese a los inevitables problemas que un evento de esta magnitud causa para la movilidad.
ABC.es te trae una selección de una veintena de las actividades más destacadas que este sábado inundarán las calles de la capital en la Noche en Blanco madrileña.
Decía Oscar Wilde que «ningún artista ve las cosas como son en realidad, puesto que si lo hiciera, dejaría de ser un artista». Por eso la Noche en Blanco (la velada por excelencia de los artistas contemporáneos) se ha convertido en una especie de ensoñación de universos paralelos al nuestro al que los ciudadanos asisten a veces cómplices. A veces perplejos…
Madrid vivió anoche la cuarta edición de esta fiesta cultural por excelencia que, envuelta en el tafetán de la noche, se ofreció a la ciudad con la generosidad de un regalo sofisticado puesto, durante unas horas, al alcance de cualquiera. Sobre las 22.00 horas había ya 350.000 personas en el centro, que disfrutaron de una noche mucho más templada que la de la pasada edición.
Como la idea original era hacer que la gente se echara a la calle para vivir una madrugada de interacciones y espectáculos, el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón dejó el coche oficial (y su séquito el autobús) y recorrió andando el centro aprovechando, de paso, para darse un baño de multitudes. Y también, por qué no reconocerlo, porque ésta es ya la única forma sensata de moverse entre las obras (no artísticas) que puede que algún día conviertan a Madrid en un espectáculo de puro arte urbano.
La cita comenzó en la Casa de la Panadería, donde se reunieron autoridades y artistas para participar en el arranque de un maratón que por momentos se conviertió en una carrera de obstáculos a la caza y captura del alcalde. «En tiempos de crisis no hay que abandonar la cultura, sino apoyarla» asevera Gallardón, antes de soltar los globos con poemas de la poetisa Ajo y el escritor Benjamín Prado, que llenaron el cielo de la Plaza Mayor y acompañaron a muchos ciudadanos en su colapsado paseo por el centro.
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