«Gaudíera un hombre de empeño. Mirallesera un genio. Barcelona, la ciudad que ha acunado a ambos arquitectos en el inicio y en el final del siglo XX, será recordada por ello en la historia a escala mundial», predice Isozaki, que comparte con Oriol Bohigas y Rafael Moneo el privilegio de ser miembros de honor de este nuevo espacio que se abre a la ciudad 12 años después de la muerte de Miralles con el objetivo de ser un centro de divulgación y un referente para la experimentación de la arquitectura contemporánea. Bohigas y Moneo sí estuvieron. Bohigas valoró «la capacidad de influencia» de Miralles en una generación, y Moneo, «su asombrosa capacidad para enfrentarse a proyectos tan distintos».
«Que venga quien quiera a la fundación», proclamó Tagliabue. De entrada hay buenas razones para hacerlo. La sala principal recupera la minimalista exposición Miralles en Harvard, 1993, que él mismo dirigió durante su estancia como profesor de la cátedra Kenzo Tange en la universidad más antigua de EEUU.
Se trata de una retrospectiva de una trayectoria en la que destacan los planos del cementerio de Igualada, obra que le concedió el prestigio internacional. En un lateral se exhibe la muestra de propuestas de alumnos de Harvard titulada Redescubriendo Glòries, dedicada a la plaza cuya reconversión urbanística lleva años suscitando controversia.
Son posibles candidatas al concurso internacional del Ayuntamiento | Es el pistoletazo de salida a la Fundación Enric Miralles, creada en memoria de su marido, conocido arquitecto de la ciudad
Tokyo‘s skyline is a diverse jumble of modern architecture, from soaring shards of glass to eccentric 1970s living capsules. Ashley Rawlings picks 10 of the most distinctive buildings.
«We have decided not to die,» declared architects Shusaku Arakawa and Madeleine Gins in the title of the book they published in 1997, arguing that lopsided, physically challenging spaces would awaken residents’ instincts and allow them to live better, longer – even forever. Head out to Tokyo‘s leafy suburb of Mitaka and see their rainbow-coloured.
Kenzo Tange has built many impressive buildings in Tokyo, but St Mary’s Cathedral is arguably his finest work. Built in 1964, it is a soaring vision of stainless-steel-clad abstraction. Seen from the air, the apex of its roof forms a cross made of glass. The interior is equally dramatic: a cavern of sloping walls at times lit up in red or blue.
Tokyo’s Omotesando boulevard is a stunning catwalk for high-end contemporary fashion and dramatic architecture. Just when you think the setting can’t get any more impressive, the Prada flagship store manages to make its neighbours look like they’re trying too hard. Built in 2003 by Herzog and DeMeuron (renowned for the the bird’s nest Olympic Stadium in Beijing; their extension to London’s Tate Modern art gallery will open in time for this year’s Olympics), the Prada store is an irregular construction of green, diamond-shaped glass panels.
Completed in 1972 by Kisho Kurokawa, this eccentric residential/office building – which looks like a stack of washing machines – is an icon of the postwar Metabolist movement. The cramped capsules were originally designed for single businessmen, and each unit contains a built-in shower, bed, TV and phone. These were supposed to be replaced every 25 years, but never were, so the building is now in a sorry state of disrepair.
With the widespread firebombing of Tokyo in 1945 and the postwar reconstruction, there’s not a lot of traditional architecture left to see in the city – with one great exception. In 1941, novelist Fumiko Hayashi (1903–1951) built her home here in Edo-era architectural style. Now a museum, this elegant house displays artefacts relating to her life and work, and the tranquil, walled garden where Hayashi wrote her acclaimed novels Ukigumo and Meshi.
21_21 Design Sight
In the park behind the high-end Tokyo Midtown shopping centre, two sleek, triangular shards of concrete and glass rise from the ground. 21_21 Design Sight is a signature work by Tadao Ando, and Japan‘s first design museum. Once you venture beyond the trapezoid lobby, you discover that 70% of the building is underground, but the exhibits still look great thanks to a large light-well and clever spotlighting.
Nothing looms more ominously on the Tokyo skyline than this dark, oblique pyramid clad in black granite and crowned by two rings of gold. Inside, the gloomy, red-felt-lined elevators seem better suited to a David Lynch movie than a temple. Reiyukai Shakaden was built in 1925 for a Buddhist lay sect and houses a large meditation room with a giant Buddha statue. But visitors are welcome, and free Japanese lessons are on offer.
This compact cluster of more than 200 tiny, ramshackle bars in Shinjuku is the antithesis of planned, efficient architecture. In the 1950s it was a den of black-market trade and vice, but later became a hangout for artists and intellectuals. The chaotic street scenes in Ridley Scott‘s Bladerunner were apparently inspired by this dingy Tokyo district. Each bar has its own theme, ranging from photography to horse racing.
Yuzo Saeki’s Studio
Yuzo Saeki (1898-1928) was one of Japan’s early adopters of western-style oil painting. Late in life, he spent several years in Paris, where he painted self-portraits and landscapes in the Fauvist style. His studio, nestled in a small park in Mejiro, is a very rare find in Tokyo. This intimate, wooden building – reminiscent of an American parish chapel – is flooded with natural light that pours in through a large set of windows at one end, while at the other there’s a quirky, irregular row of three doors.
The lopsided white block of Jun Aoki‘s Sonorium rises up from behind the dark, tiled roofs of a residential street in Eifukucho. The intimate concert hall is a serene place to be on an overcast or rainy day: the sloping walls punctuated by two rectangular windows which become gleaming expanses of bright white.
El arquitecto Kisho Kurokawa, quien murió el 12 de octubre de 2007, diseñó y creó una edificación, primera en su tipo en el mundo, que influenció notablemente la arquitectura de los Capsule-hotels, frecuentes en Japón.
Ciudad de México • A cuatro años de la muerte del arquitecto japonés Kisho Kurokawa, ocurrida el 12 de octubre de 2007, se ha acentuado el debate sobre el futuro de una de sus más importantes obras: el edificio metabolista Nakagin Capsule Tower.
Fue en los años 70 que este arquitecto diseñó y creó esta edificación vanguardista, la primera en su tipo en el mundo, la cual influenció notablemente la arquitectura de los Capsule-hotels, frecuentes en Japón.
No obstante, la falta de mantenimiento y la obsolescencia del inmueble ha causado un ardiente debate entre quienes quieren preservar este icono del paisaje urbano de Tokio y entre los que quieren derribarlo para construir una nueva torre para sus ocupantes, reporta una revista en línea, especializada en arquitectura.
Kisho Kurokawa nació el 8 de abril de 1934, en Nagoya, Aichi, Japón. Estudió en la Universidad de Kioto y obtuvo una licenciatura del departamento de Arquitectura en 1957.
Continuó sus estudios en la Escuela de Arquitectura en la Universidad de Tokio, bajo la supervisión de Kenzo Tange, consiguiendo dos años después un master y en 1964 un doctorado.
Pero, para 1960, junto a algunos colegas, cofundó el Movimiento Metabolista. Siendo éste un movimiento radical “avant-garde” japonés que perseguía la combinación y el reciclaje de los estilos de la arquitectura alrededor de una filosofía asiática.
Esta tendencia fue muy exitosa, destacando cuando sus miembros recibieron la alabanza por el Takara Beautillion de la Expo Universal de Osaka de 1970. El grupo se rompió después de eso.
Kisho Kurokawa tuvo una hija de su primer matrimonio, la cual siguió sus pasos en la arquitectura y trabajó en esta profesión inclinada hacia el paisaje.
Su segundo matrimonio fue con la actriz Ayako Wakao, notable en los años 50 y 60.
Para el 8 de abril de 1962, Kurokawa creó la compañía Kisho Kurokawa Architect & Associates, siendo así su presidente por vario tiempo. El consorcio tiene su oficina principal en Tokio y delegaciones en Osaka, Nagoya, Astaná, Kuala Lumpur y Pekín.
La compañía está registrada por el gobierno japonés como Oficina de Arquitectos de Primera Clase.
Pero, además de la práctica de su profesión, tienen escrita una gran cantidad de trabajos referidos a la filosofía y la arquitectura. Él escribió que hay dos tradiciones inherentes a cualquier cultura: la visible y la invisible. Su trabajo, solía asegurar, lleva la tradición invisible de Japón.
Arquitecto y urbanista, Tange se basó en los principios del maestro suizo para conjugar tecnología y humanidad en sus proyectos
Por Alejandro Rapetti
Para La Nacion
El arquitecto y urbanista japonés Kenzo Tange nació en Sakai el 4 de septiembre de 1913. Su vocación por la arquitectura, en cambio, surgió entrada su adolescencia, cuando conoció la obra de Le Corbusier y, cautivado por su trabajo, inició sus estudios en la Universidad de Tokio.
Por eso pueden reconocerse ciertas similitudes en los diseños de Tange y Le Corbusier, especialmente en el uso de los elementos de hormigón visto y de las azoteas como quinta fachada.
De él tomó los conceptos de diseño urbano y de planificación de ciudades y barrios, así como la combinación de diseños sencillos y racionales en los edificios.
Hacia 1946 se convirtió en profesor adjunto en la Universidad de Tokio, donde organizó el llamado Laboratorio Tange, que diseñaba proyectos junto a sus alumnos.
Esos proyectos reflejaban su convicción de que la arquitectura debe combinar tecnología y humanidad. Según Tange, las formas, los espacios y el aspecto correspondían a una lógica, y si bien la tradición podía materializarse en la creación de un nuevo proyecto, ya no sería visible en la obra terminada.
Entre sus obras figuran la sede principal de Olivetti en Japón (Tokio), el Conjunto del Ayuntamiento (Tokio), el Centro Cultural de Nichinan, el Centro de Radiodifusión y Prensa (Kofu), la Torre del Overseas Union Bank (Singapur), la Catedral de Santa María y el Fuji TV, ambos en Tokio.
El plan de 1960 para la expansión de Tokio llamó la atención de la comunidad de arquitectos en todo el mundo por su concepto innovador, ya que dirigió el crecimiento de la ciudad hacía la bahía, utilizando puentes, islas artificiales y estacionamientos flotantes.
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