Inserto en el imponente paisaje árido se alza este jardín, el marco de una obra de estilo criollo
Ubicado al pie de las sierras cordobesas, este lote de diez hectáreas con pendientes naturales alberga un cuidado parque. Era un monte cerrado y espeso, con vegetación autóctona, aunque con pocos ejemplares de gran porte. Con machete en mano fueron abriendo camino. Así fue que rescataron un añejo algarrobo en el centro de un gran bajo, alrededor del cual comenzaron a limpiar.
El trabajo fue minucioso, marcaron cada arbolito que debía quedarse por su tamaño, su forma y su ubicación, entre ellos: chañares, algarrobos, molles, quebrachos blancos, talas, cocos y espinillos. Alrededor de un viejo tala se construyó la primera casa. Luego vinieron el taller de trabajo, la pileta, la casa de los caseros, el estanque y los corrales.
Las especies que resistían las condiciones del lugar –suelo pobre, fuertes vientos, largos períodos de sequía, crudos inviernos y altas temperaturas estivales– comenzaron a volverse las figuras principales del diseño. Lavandas, bulbines, euriops y teucrium. Plantaron nuevos árboles, como aguaribay, cina cina, orcos, quebrachos y algarrobos, además de un sector con pinos eliotis. En cada roquerío fueron armando los canteros y rocallas de estilo natural.
Diagramaron senderos peatonales, sorteando los desniveles con escalones de durmientes en quebracho. En la primera parte del ingreso plantaron plátanos, luego dejaron un gran vacío para destacar un algarrobo y un quebracho blanco y continuaron el camino con Fagara coco trasplantados del monte preexistente.
desde Arquitectura paisajista: puro verde en las sierras cordobesas | Revista Jardín.
(la nota incluye galería fotográfica)
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