Historia critica de la arquitectura moderna / Kenneth Frampton
Por Javier Fernández Díaz**
“Lo que hemos estado construyendo, era consumir territorio y recursos sin sentido. Se apropiaron de magníficos paisajes eternos como si fuera posible y coherente comprarlos y venderlos y los transformaron en una mediocre extensión de su soberbia: poniendo las piscinas en medio de las playas hasta que todas parecían lo mismo”. Son palabras de Kenneth Frampton, director de la cátedra Ware de Arquitectura de la Universidad de Columbia, al diario La Vanguardia. Países como España, Inglaterra o Estados Unidos han basado gran parte de su crecimiento económico de los últimos años en el sector de la construcción. Se edificaron más viviendas que las que se podían ocupar. El motivo del desmesurado incremento de la inversión en ladrillo se sustentó sólo en el beneficio económico. Se edificaron grandes bloques de pisos, urbanizaciones y mansiones en espacios inadecuados. Se inflaron los precios de las viviendas, lo que obligó a los compradores a firmar hipotecas abusivas, que los bancos concedieron sin que existiesen garantías suficientes de pago. Seres humanos y medio ambiente pasaron a un segundo plano.
Brasilia se convirtió en 1960 en la capital de Brasil. Bajo la dirección arquitectónica de Oscar Niemeyer y con Lucio Costa como urbanista, se construyó una ciudad con el objetivo específico de trasladar la capital, entonces Rio de Janeiro. Fue levantada en una meseta desierta a la que tuvieron que desplazarse trabajadores del resto del territorio brasileño. Sin embargo, su importancia política es inferior a su peso demográfico. En la actualidad es el cuarto municipio más poblado del país, superado por Sao Paulo, Rio de Janeiro y Salvador. Sao Paulo tiene más de 12 millones de habitantes, según el censo de 2010. Casi 6 veces más que la capital.
La Unesco declaró BrasiliaPatrimonio de la Humanidad en 1987 y posee el mayor índice de renta per cápita de Brasil. Sin embargo el número de personas que vive en asentamientos precarios no ha dejado de crecer. El aumento de población que reside en favelas en la capital federal creció un 400% entre 1996 y 2006. Los seres humanos no fueron el eje central de la planificación de la ciudad, lo que ha producido grandes bolsas de marginación y pobreza. En los últimos años no ha habido una preocupación por la comunidad.
Kenneth Frampton for Mark Magazine. Photographed by Jeff Barnett-Winsby in 2007 - Link from Wikipedia
Kenneth Frampton explica que la arquitectura es “defender y recuperar el sentido de lo público”. Esto explica que, en las ciudades en los balcones y lujosos áticos de Rio de Janeiro, México D.F., Durban, Nueva Delhi o Hong Kong tengan vistas a la pobreza, el hacinamiento, la inseguridad y la violencia. No sólo las viviendas han de construirse a escala humana. También las ciudades deben planificarse en función de las necesidades de las personas. Es esencial que cerca del hogar los seres humanos tengan guarderías, supermercados, centros de salud y de trabajo. No podemos depender del transporte para cubrir nuestras necesidades básicas. Conducir para hacer la compra, llevar los niños al colegio o para ir a la oficina supone un gasto de tiempo que aprieta aún más nuestras agendas. Además lleva consigo un gasto en combustible que perjudica la economía familiar y daña el medioambiente. Es necesario buscar una armonía urbana, que favorezca al ser humano, haciendo su vida más humana y más sencilla.
La visita de Kenneth Frampton a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra ha sido uno de los acontecimientos más importantes del curso 2005-2006. Y no es para menos ya que Frampton es uno de los críticos de arquitectura de mayor peso en el panorama internacional debido a su dilatada experiencia. Sus publicaciones sobre crítica de la arquitectura del siglo XX son siempre referencia para los profesionales del sector. Además, conoce el mundo de la docencia a la perfección ya que es profesor en la Universidad de Columbia (EEUU)
Brasilia ha sido construida en tres años y medio - ABC (España) Hemeroteca digital
m; í í v. v- En el corto espacio de tres años y medio se ha transformado un paraje casi desértico, de Brasilia, la ciudad más moderna del mundo, ha sido inaugurada el jueves último. Surge como ejemplo de urbe futura en el mundo actual. La nueva capital brasileña, construida a 1.500 kilómetros de las costas y a 1.200 metros de altitud, es el punto de encrucijada de las redes ferroviarias y de las pistas más importantes del país. Su arquitectura responde a las más depuradas técnicas modernas. El artífice de esta obra revolucionaria es el arquitecto Oscar Niemeyer. Su proyecto de ciudad es HA SIDO CONSTRUIDA EN TRES AÑOS Y MEDIO.
Brasilia nació mucho antes de su fundación, acontecimiento que cumple esta semana 50 años. Nació como un modelo abstracto en la cabeza de los pioneros del Movimiento Moderno a comienzos del siglo XX y como un deseo en el corazón de los brasileños desde sus más remotos orígenes coloniales (ver La historia…). Ese encuentro de voluntades no podía haberse producido en otra época que no fuera el final de los 50. Por caso, mucho antes, cuando en los Estados Unidos decidieron crear la capital de una nación joven, la construyeron siguiendo los patrones clásicos que le impusieron a Washington el sello imperial que ofrecía la antigüedad. Brasilia, por el contrario, para tomar forma se alimentó de lo que no existía. Encontró inspiración en el optimismo futurista, en la esperanza positivista y cartesiana que ofrecían las vanguardias de su época. Tres años y diez meses, los «mil días» establecidos por el presidente Juscelino Kubitschek (JK), fue el tiempo que demandó la construcción de la capital más joven de Latinoamérica. Se inauguró el 21 de abril de 1960. Fue una proeza técnica y política llevada a cabo por los brasileños más brillantes de su momento, destacados profesionales del urbanismo, la arquitectura y la ingeniería, así como paisajistas y artistas.
ARQ coincide en su edición número 400 con el 50 aniversario de la inauguración de Brasilia. Por eso el tema central de esta edición especial está dedicado a la capital brasileña. Y además, para completar el festejo, esta entrega viene con la revista DNI de regalo.
El 21 de abril de 1960 se inauguró Brasilia, el gran sueño urbano del Movimiento Moderno que, como pocos, se convirtió en realidad. Hoy, una realidad mucho más compleja de la que imaginó Lucio Costa con esos dos trazos que formaban un avión de cara al futuro. Ahora, ese dibujo, esa maqueta escala 1:1 con sus magníficos edificios, dejó de ser, como dice Roberto Segre, una «ciudad» para convertirse en un sistema urbano complejo con ciudades satélite, más en concordancia con las contradicciones políticas, económicas, sociales y culturales del Brasil contemporáneo. Brasilia fue una proeza técnica, política y estética. Toda una epopeya realizada en tan solo 1.000 días. Los suficientes como para empezar a cambiar la historia, equilibrar el basto territorio brasileño y construir casi de la única mano de Niemeyer una constelación de edificios magníficos que, vistos uno por uno, emocionan; pero que en conjunto adquieren una potencia tal que ratifican lo que el presidente Juscelino Kubitschek quiso lograr: la ciudad más bella del mundo.
Cómo se revaloriza Brasilia frente a los problemas de otras grandes operaciones urbanas como Barcelona, Dubai y Bogotá.
Marcelo Corti . Especial para Clarín
Para Bill Gates es más fácil: un programa informático mal diseñado se retira del mercado, se reelabora y en pocos meses está de nuevo a la venta. Pocos se acuerdan del error original. Con las ciudades es distinto. Los edificios que las componen y las infraestructuras que las hacen viables son muy caras y necesariamente deben amortizarse en el tiempo. Las ciudades se renuevan cada 50, 70 o 100 años, sus trazados permanecen por siglos.
Apenas inaugurada Brasilia, las críticas hicieron pensar que había fracasado en su concepción urbana, más allá de la belleza de algunos de sus edificios. Fue el modelo mismo de la ciudad de la Carta de Atenas el que sufrió aquellos embates. Se cuestionaban los paradigmas de especialización funcional, disolución del tejido urbano y el espacio público y la alta demanda de movilidad que requería su funcionamiento. Estas cuestiones aparecían ya en grandes operaciones urbanas y especialmente en las reconstrucciones de las ciudades europeas luego de la Posguerra, pero en Brasilia y su antecesora Chandigarh se manifestaban por primera vez a escala de una gran ciudad construida por completo con las concepciones de la vanguardia. Se sumaba, además, la desaforada pretensión de determinar hasta el último detalle de una ciudad de 500.000 habitantes desde un único centro de decisiones.
Roberto Segre. doctor en planeamiento regional y urbano, docente
para conmemorar el 50° aniversario de Brasilia, ríos de tinta fluirán en libros, revistas, ensayos, entrevistas… Pero ¿qué es lo que se desea conmemorar? Porque, con certeza, todos los textos estarán acompañados de fotos del Eje Monumental, del Congreso Nacional o de la Plaza de los Tres Poderes. Pero ¿se resume Brasilia en estas imágenes? Ellas representan Brasilia, sin duda. Y éste es el primer punto fundamental. Lucio Costa y Oscar Niemeyer consiguieron una proeza única en el siglo XX. Crear la imagen icónica de una ciudad moderna, reconocida no solamente en Brasil sino en el mundo entero. O sea, la arquitectura monumental de Brasilia, que representa al estado brasileño, tuvo la misma repercusión popular que el fútbol, el carnaval y la Bossa Nova. Esto nunca había ocurrido con la arquitectura, que identificara a una ciudad nueva. Los íconos históricos siempre estuvieron en ciudades tradicionales: la Basílica de San Pedro en el Vaticano, la Torre Eiffel en París, el Empire State en Nueva York.
BRASILIA — La ciudad de Brasilia, con su formato de un pájaro en vuelo, constituye el símbolo del antiguo sueño brasileño de unión e integración nacional, y a sus 50 años es una obra mayor que el arquitecto centenario Oscar Niemeyer ayudó a definir y diseñar con líneas sinuosas y cemento armado.
Obra conjunta del urbanista Lúcio Costa, el paisajista Roberto Burle Marx y Niemeyer, la capital brasileña que festeja su cincuentenario esta semana nació ya innovadora, diferente de todas las otras ciudades del país, pero fueron los edificios futuristas del arquitecto nacido en 1907 los que la tornaron instantáneamente famosa.
Los edificios que dotaron a Brasilia de su prestigio fueron surgiendo de a poco, pero el modernista edificio del Congreso, con sus semiesferas invertidas y avenidas pasando por el techo, así como la monumental Catedral se convirtieron de inmediato en iconos del país.
Considerada por sus admiradores como la obra maestra del modernismo en la arquitectura y por sus detractores como una artificial «Isla de la Fantasía», la capital federal brasileña, Brasilia, cumple el miércoles 50 años de existencia tan rodeada de polémicas como cuando fue inaugurada, el 21 de abril de 1960.
Noticias EFE
Eduardo Davis
Brasilia, 16 abr (EFE).- Brasilia, que celebra este 21 de abril cinco décadas de su fundación, nació como un proyecto de desarrollo para el centro y el oeste del país, pero en los últimos años se ha convertido en un estratégico polo de poder suramericano.
La ciudad que reemplazó a Río de Janeiro como capital de Brasil comenzó a construirse en 1956, fue inaugurada el 21 de abril de 1960 y supuso la coronación del sueño del entonces presidente, Juscelino Kubitschek, quien aspiraba a promover el desarrollo al interior de de un país con dimensiones continentales y volcado al Atlántico.
La epopeya que supuso la edificación de una ciudad en medio de la nada, donde solamente había un cruce de caminos de tierra distantes unos 200 kilómetros de la urbe más próxima, despertó la curiosidad de numerosas personalidades extranjeras ya desde su concepción.
Río de Janeiro, Brasil.- Hace casi dos décadas, cuando algunos amigos le preguntaron cómo le gustaría ser recordado, dijo que desearía ver en su lápida una frase sencilla: «Oscar Niemeyer, brasileño, arquitecto. Vivió entre amigos, creyó en el futuro«.
Ahora, a los 102 años de edad cumplidos en diciembre, Niemeyer se limitará a seguir de lejos los festejos por el cincuentenario de la fundación de Brasilia, la ciudad que, con Lucio Costa, hizo nacer en la desploblada y árida región centrooccidental de Brasil, en el estado de Goiás, y que se inauguró el 21 de abril de 1960.
Niemeyer, a quien jamás le gustó viajar en avión, siente ahora el peso de los años, y limita sus desplazamientos al trayecto entre su departamento y su oficina, ambos en el barrio de Copacabana, en Río de Janeiro.
Pero sigue trabajando activamente -ayudado por Vera, 40 años más joven, con quien se casó hace poco más de tres años- en varios proyectos, entre ellos las reformas de varios monumentos y edificios que instaló en Brasilia, como el Palacio del Planalto, la sede del gobierno, reformado con ocasión de los festejos de medio siglo de la ciudad a un costo estimado en unos 57 millones de dólares.
En una entrevista reciente, el arquitecto aseguró que, mirando hacia atrás, está en general satisfecho por su obra más famosa: «Creo que no modificaría nada de gran importancia», aseveró.
Sin embargo, rechazó la idea de que es un «ícono» de la ciudad declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y considerada como un símbolo mismo de la arquitectura modernista del siglo XX.
«Soy muy consciente del cariño, de la apreciación que me tiene la gente de Brasilia. Eso me conmueve especialmente… Pero no me considero como un ícono de Brasilia. Me gustaría ser recordado como uno de los arquitectos que contribuyeron a concretar el sueño favorito del presidente Juscelino Kubitschek (1955-1961), agregó.
La construcción de la ciudad comenzó en 1956, siendo Lúcio Costa el principal urbanista y Oscar Niemeyer el principal arquitecto. En1960, se convirtió oficialmente en la capital de Brasil. Junto con Putrajaya (la capital administrativa de Malasia) y Naypyidaw (la nueva capital de Birmania) es una de las ciudades capitales de más reciente construcción en el mundo.
Brasilia se localiza en el Distrito Federal, el cual no tiene las mismas fronteras que la ciudad. El Distrito Federal se encuentra rodeado por el estado brasileño de Goiás, excepto por una corta frontera que comparte con Minas Gerais.
Fue trazada sobre un plano y construida en apenas tres años.
Reúne algunas de las obras más espectaculares de Niemeyer.
Es la única ciudad construida en el siglo XX que es Patrimonio de la Humanidad; tiene forma de avión.
RAFA VIDIELLA.
Es, quizá, la ciudad menos brasileña de Brasil. Nada de playas y mar, mucho fútbol y naturaleza exuberante: aquí lo que resalta es la huella humana. La de políticos como Lula, que gobierna desde el Palacio del Planalto; la del arquitecto Oscar Niemeyer, autor de éste y otros edificios de la ciudad, o la de Lucio Costa, el urbanista que trazó la capital futurista del que, según el escritor Stefan Zweig, sería siempre «el país del futuro».
Futuro… Ésa es la palabra más idónea para definir lo que uno encuentra aquí, en medio del inmenso Brasil. Ya desde el cielo impresiona: cualquiera que llegue en avión verá, desde el aire, su fascinante trazado, mezcla de avión y de cruz. Un guiño estético de la única ciudad construida en el siglo XX que es Patrimonio de la Humanidad.
Un guiño racional de una ciudad diseñada sobre un plano, en la que las alas agrupan viviendas y comercios y el fuselaje avenidas y oficinas federales. La cabina, por supuesto, es ocupada por la plaza de los Tres Poderes, que reúne al Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Berlín, (EFE).- Una exposición en la Pinakothek der Moderne de Múnich reflexiona sobre el desarrollo urbano mundial tomando como modelo los planos originales y maquetas de 16 ciudades de todo el mundo, entre ellas el proyecto urbanístico de Brasilia del arquitecto brasileño Lúcio Costa.
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