La futura torre más alta de Buenos Aires, diseñada por Francisco Mangado, estará en Puerto Madero Foto: Francisco Mangado
Con proyecto del español Francisco Mangado, asociado al local Estudio Aisenson, tendría 200 m de altura en el Dique 2 de Puerto Madero. Incluirá viviendas, hotel, restaurantes y otros usos públicos.
Todavía está en la etapa de proyecto pero se confirmó que muy pronto comenzará la construcción del edificio más alto de Buenos Aires, en el Dique 2 de Puerto Madero, una escultórica torre de vidrio que dominará el skyline porteño.
Con proyecto del español Francisco José Mangado Beloqui, asociado al local Estudio Aisenson, el rascacielos tendría 220 m de altura, un total de 68200 m2, e incluiría viviendas en los pisos más bajos, hotel en los más elevados, y una serie de restaurantes, pileta y otros usos públicos en el centro y en el coronamiento, lo que «permite entender la torre como una continuidad del espacio público que es la calle-bulevar», explica Mangado.
Según Mangado, la idea de intercalar usos públicos y privados en la torre intenta no entender el edificio como «algo despegado de la realidad urbana» sino como un sistema para prolongar la calle en las alturas.
Niko81 nos mandó su consulta y el arquitecto le responde cuál es la mejor solución a su problema. Entrá y mirá el video
Algunas semanas atrás abrimos una suerte de laboratorio de consultas. La idea era que nuestros lectores nos mandaran algunas preguntas y que el reconocido arquitecto Rodolfo Livingston les diera una respuesta personalizada. Bueno, luego de algunos retrasos, a partir de hoy comenzaremos a publicar algunas de las consultas que nos enviaron.
En esta primera entrega elegimos una pregunta muy común y útil para varios de nuestros lectores. Niko81 nos cuenta que vive en un departamento con una cocina larga y angosta, y quiere abrirla hacia el living. Su duda radica en si es conveniente hacerlo y si no corre el riesgo de que el living se «llene de olor».
Pájaro rojo en el Bronx Jon Naar es fotógrafo y uno de los primeros escritores que se interesó por la cultura del graffiti.
Una muestra en París eleva el ‘graffiti’ a la categoría de arte más allá del tópico
ANA TERUEL – París
Hace tiempo que el graffiti artístico, un arte nacido sobre la chapa de un tren neoyorquino hace más de 30 años, dejó la clandestinidad de las calles para dejarse caer en brazos de museos y galerías. Y sin embargo, la Fundación Cartier ha logrado con su exposición (Nacido en la calle: Graffiti, hasta el 29 de noviembre en París) sortear los tópicos de ese asombroso viaje. Lo hace con la forma de una retrospectiva de la parte neoyorquina del asunto, claro, pero también con la vista puesta en el futuro y en nuevas capitales (como São Paulo), más vibrantes y frescas, de un arte orgullosamente bastardo.
Para la ocasión, la Fundación ofrece su muro exterior a los graffiteros callejeros de la ciudad que desembarcan a diario con sus sprays de pinturas y sus cascos de música, y redecoran el mural a la vista de los transeúntes. «Pintar aquí es un lujo», comenta Ezty, agente comercial «de lunes a viernes» que dedica su tiempo libre a la pintura urbana. «Estamos expuestos al público, no escondidos tras una pared o a oscuras».
Como parte de la muestra, una docena de artistas han sido invitados a invadir in situ los espacios del imponente edificio, ideado por Jean Nouvel. Graffiteros consagrados como el veterano neoyorquino JonOne y jóvenes representativos de las nuevas olas como el chileno Basco Vazko y el brasileño Cripta -representante del pixaçao, una variante de graffiti propio de São Paulo- han realizado especialmente para la muestra gigantescas obras efímeras en diferentes soportes, incluidos las paredes y fachadas del inmueble.
El graffitero Barry McGee no es nuevo en las salas de los museos. También conocido como Ray Fong o Twist, el trabajo de Mc Gee ha llegado hasta la Bienal de Venecia.– BARRY MCGEE
El graffiti nació espontáneamente como un arte de la calle, sin pretensiones más lejanas que la de inmortalizar un nombre, una firma o un dibujo rápido sobre paredes y objetos. Desde hace tres años, el graffiti que iluminaba o ensuciaba, al decir de otros, los trenes del subterráneo en Nueva York empezó a extenderse más allá de los barrios suburbiales del Bronx para llegar al Soho, codeándose con los más altos valores del arte contemporáneo. La galería Sidney Janis, especializada en obra de artistas de mucho prestigio, ha traído este año, en su primera visita a la feria de Arco, a seis de estos jóvenes pintores.Torrick Ablack, Toxic, uno de estos artistas del aerosol, empezó pintando en el metro cuando tenía 13 años. Tenían que esconderse de la policía, que les perseguía y arrestaba por hacer estos enormes diseños multicolores que cubrían lados enteros de los trenes subterráneos. «Ahora ya no me atraparían», dice cuatro años después.
Entradas anteriores en ArquitecturaS dedicadas al Graffiti:
Thonet Frères Silla n°4 Entre 1881 y 1890 Haya curvado tinte caoba Alt. 93,5; Anch. 42; P. 52 cm París, museo de Orsay
La Thonet N° 14, diseñada en 1855, va a ser relanzada a escala global por la firma japonesa Muji. Las claves de su éxito.
Stephen Bayley. CRITICO CULTURAL BRITANICO
Los diseñadores quieren hacer sillas de la misma manera en que los escritores quieren hacer novelas. Siempre hay un dibujo solitario o un manuscrito no leído acechando en alguna parte.
Pero, ¿qué problema hay? La silla más genial diseñada hasta el momento ya existe y tiene más de 150 años.
Es la Thonet N° 14, de 1855. En la exposición de Londres de 1862, el jurado dijo que era «una aplicación excelente de una idea feliz… no una obra para mostrar, sino un mueble práctico para uso cotidiano… simple, elegante, liviano y fuerte». Y ahora, Muji, el mega-fabricante de productos japoneses sin marca y la empresa del mítico diseñador, Gebruder Thonet, ya están listos para un relanzamiento global en una interesante colaboración.
Michael Thonet (1796-1871) fue un fabricante alemán de escritorios incansablemente inventivo y su Vierzehner fue uno de los primeros éxitos de la producción en masa industrializada, un Thomas Wedgwood (pionero de la fotografía) del mobiliario.
Brahms usaba la Thonet N° 14 sentado al piano, mientras componía. Lenin, renuente al lujo, las desplegó como símbolos utilitarios. Le Corbusier pobló sus interiores con ellas porque le parecía que tenían «nobleza» (si bien cuando visitó la fábrica describió las condiciones de trabajo como un «infierno»). Estaban en el Café Daum de Viena.
En la actualidad, como código mobiliario universal de «bistró», aparecen en restaurantes elegantes de Nueva York. Mucho antes que Ikea, las sillas Thonet se vendieron mundialmente en embalajes de unidades múltiples desarmadas.
La N° 14 representó una conciliación inmejorable de necesidades humanas y posibilidades técnicas. Thonet perfeccionó el proceso de doblar la madera con vapor, una forma barata de hacer curvas. La aparente simplicidad de la Vierzehner es ilusoria. Por ejemplo, el corte de cada uno de los seis componentes independientes de haya varía constantemente, según los requerimientos locales de la estructura. Resiste tanto mecánica como filosóficamente.
Mirando al sur. El extremo sur del edificio, que también es el de todo el campus, tiene un acceso con marquesina reservado para usos ceremoniales.
Arquitectura | Proyecto Nacional | Buenos Aires, Argentina
Para albergar una sede universitaria, un dock en Puerto Madero fue totalmente renovado en su organización interior. El proyecto de Urgell-Penedo-Urgell optimiza la fluidez circulatoria y la transparencia. Se reutilizaron materiales de la estructura original.
por Ariel Hendler.
ahendler@clarin.com
Aunque ya es una postal conocida de Buenos Aires, lo cierto es que el campus de la Pontificia Universidad Católica Argentina –tal su nombre completo– en Puerto Madero, recién ahora está en vías de ver terminadas las obras que le darán su configuración definitiva, gracias a la puesta en valor y refuncionalización del Dock 12, el último que faltaba reciclar, y que desde este año alberga a la Escuela de Posgrado. Es probable que el proyecto para este volumen, a cargo del estudio Urgell-Penedo-Urgell, constituya uno de los reciclajes más audaces de este barrio ribereño, ya que detrás de la fachada de estilo inglés y ladrillo visto, que conservó su imagen incorruptible y severa, se esconde una operación de cirugía mayor que subvierte por completo su lógica compositiva original.
Sin embargo, sería incorrecto decir que del original sólo quedó la cáscara, ya que, en realidad, la obra conservó casi tanto como lo que modificó: sobre todo elementos constructivos, que fueron resignificados y vueltos a usar. Para ubicar a esta obra en su contexto general, hay que recordar que el campus de la UCA abarca los cuatro docks del Dique 2, adjudicados a la institución entre 1991 y 1992, a través de un concurso público de proyecto y precio. Pero, mientras los tres que llevan los números 9, 10 y 11, contando de norte a sur, funcionan a pleno desde hace años, el 12, había quedado retrasado y a la espera de que se definiera su destino. Ahora, a pesar de que todavía falta completar los últimos dos niveles, el tercer piso y el cuarto –que en rigor es un entrepiso–, puede decirse que sin duda la espera valió la pena.
El carácter de esta obra es inseparable de la historia de su concepción. Una década y media atrás, cuando ni siquiera se sabía qué dependencias de la universidad iba a albergar el edificio, resultó urgente encarar una serie de obras comprometidas con la Corporación Antiguo Puerto Madero con el fin de evitar que avanzara su deterioro material, ya bastante crítico. Ese trabajo se debió iniciar sin que el programa arquitectónico estuviera definido, cosa que según los proyectistas, sin embargo, resultó de lo más natural: «En la arquitectura educacional, como en la hospitalaria, es común que se defina un sistema adaptable a lo que más tarde pida el programa», aseguran.
Se reemplazó la disposición original en naves transversales por una organización en sentido longitudinal, con las aulas volcadas contra las fachadas largas y las áreas comunes en el medio.
Demolición mediante explosivos en la Ciudad de Zhongshan (China)
Una torre de 34 pisos se ha convertido en el edificio más alto jamás demolido en Asia
El enorme bloque de apartamentos llevaba deshabitado desde 1997
LAURA CASO
MADRID.- «Torres más altas han caido». Un refrán que toma cuerpo en las imágenes del derrumbe del edificio más alto (104 metros) nunca antes demolido en Asia. Un récord curioso y quizá también un mal presagio para el gigante económico, en un momento en que los analistas empiezan a removerse inquietos en sus sillas ante las inequívocas señales que alertan de la creación de una burbuja inmobiliaria.
En el ‘skyline’ de Zhongshan, en la provincia de Guandong (al sur de China) ya no se dibuja el imponente perfil de este inmueble de apartamentos, de 34 pisos. El bloque estaba deshabitado desde 1997 por no cumplir con la normativa de seguridad contra incendios.
Y es que la ciudad en la que se ubicaba el gigante residencial, Zhongshan, no puede permitirse centenas de viviendas inutilizables. La urbe forma parte de la tercera área metropolitana más poblada de China y la tercera más grande tras Pekín y Shanghai: Guangzhou, al sur del país, que cuenta con una población de unos 9 millones de personas y una superficie de casi 7.500 metros cuadrados.
La fragilidad de los gigantes
La demolición de este -poco agraciado- gigante chino trae a la memoria la caída del mítico edificio Singer. Sus 187 metros de altura, que tras finalizar su construcción en 1908 y por el breve periodo de un año le convirtieron en el más elevado del mundo, desaparecieron del ‘skyline’ neoyorkino en 1968. En su lugar se erigió el One Liberty Plaza, de 226 metros, que se salvó de milagro de seguir el camino de su predecesor tras sufrir daños en su estructura en el atentado contra las Torres Gemelas, a tan sólo 200 metros de distancia.
Con la construcción de una antena de radio de 646 metros en Konstantynowie (Polonia), parecía que los hombres volvían a intentar tocar el cielo, como ocurrió con la Torre de Bábel. Y el mismo destino que ésta corrió el descomunal mástil, derribado en 1991
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