El decorado social de la margen derecha de la Gran Vía, desde lacalle de Valverdehasta laCorredera Baja de San Pablo, era un foco marginal hace apenas cinco años. La venta y consumición de drogas, la delincuencia y la prostitución se habían adueñado de la zona. Esta estampa fue una imagen fija desde los años 80 hasta 2007.
Fue en ese año cuando un grupo de emprendedores decidió cambiar el barrio por la vía del comercio; una apuesta para desplazar toda esa lacra con establecimientos «vanguardistas», «innovadores» y «cosmopolitas». El sueño estaba claro. Se miraba en el espejo del Soho neoyorquino y la Carnaby Street londinense. La zona de compras alternativa madrileña recibía un nombre: Triball, el triángulo de Ballesta. Pero el proyecto, cinco años después, se ha quedado a las puertas.
Los trabajos expuestos son una selección de los realizados durante el curso 2009-10 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Geodesia de la Universidad de Alcalá, en el ámbito de la asignatura Arquitectura del Paisaje.
La Gran Vía madrileña, recorrer sus aceras centenarias siempre es un placer - Darío Alvarez, mayo 2011
La Exposición está organizada por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Relaciones Institucionales de la Universidad de Alcalá, y cuenta con la colaboración del área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. Los comisarios son Manuel Aymerich y Javier Maderuelo.
El paisaje urbano se interpreta en la muestra a partir de un estudio analítico de su realidad física mediante la utilización de diferentes procedimientos gráficos: planimetría organizada por capas temáticas, estudios visuales de fragmentos comunes o singulares, perspectivas aéreas globales y secuencias encadenadas en ‘ojo móvil’.
El Museo de la Ciudad de Madrid alberga hasta el 25 de septiembre, la Exposición ‘La Gran Vía de Madrid. Arquitectura del Paisaje‘, una selección de trabajos gráficos sobre el paisaje urbano.
Los trabajos expuestos son una selección de los realizados durante el curso 2009-10 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Geodesia de la Universidad de Alcalá, en el ámbito de la asignatura Arquitectura del Paisaje.
La Exposición está organizada por el Vicerrectorado de Extensión Universitaria y Relaciones Institucionales de la Universidad de Alcalá, y cuenta con la colaboración del área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. Los comisarios son Manuel Aymerich y Javier Maderuelo.
Los trabajos expuestos son una selección de los realizados durante el curso 2009-10 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura y Geodesia de la Universidad de Alcalá, en el ámbito de la asignatura Arquitectura del Paisaje.
2010 cierra una década pero también un centenario, el de la madrileña que mejor se conserva, la Gran Vía. Clausura el centenario un recorrido en la memoria y en los afectos que homenajea también a sus viandantes, la segunda exposición dedicada a la calzada que exhibe la Galería Estampa, de nuevo mostrando la visión de un pintor de arquitecturas, Damián Flores Llanos.
«Como con Luis Mayo (artífice de la anterior serie sobre la avenida), la iniciativa partió del director de la galería, Manolo Cuevas», cuenta Flores, que ha dedicado el último año a patear, fotografiar y documentarse sobre su excepcional modelo.Si en el caso de Mayo asistíamos a una serie de instantáneas al óleo de aceras desiertas y aires oníricos, en esta ocasión el pincel se ha detenido en los rostros, famosos o anónimos, reales o imaginados, que poblaron la arteria de la capital: «No quería realizar un catálogo de vistas, sino atrapar la atmósfera de la memoria». Y de ahí su particular homenaje a los fotógrafos: «a esos que llamaban minuteros» y que se recorrían la Gran Vía robándoles instantes a sus peatones, y a los ilustres, a los que le han facilitado su labor de documentación: «Aparecen Catalá Roca, el holandés Cas Oorthuys«, retratistas de la calle durante los cincuenta, una época de posguerra y modernidad floreciente en la que el pincel de Flores se detiene a menudo.
La Gran Vía de Madrid, vista desde Callao - Foto: Wikipedia
Reportaje radiofónico sobre los acontecimientos y personajes que han pasado por una de las calles más emblemáticas de Madrid
ANA CASAL / ELENA HIDALGO / ANNA-MARIA HOLLAIN
Nació para poner a Madrid al nivel de Berlín o París. Hace cien años Londres ya poseía calles anchas gracias al fuego; París, gracias a un prefecto de policía que deseaba controlar a futuras masas revolucionarias con una sencilla batería de cañones desde una plaza en forma de estrella. Berlín tenía también una amplia avenida que Hitler soñó que fuera la arteria principal de Germania, capital del mundo. Madrid, sin embargo, sólo disponía de una calle, la Mayor, por donde apenas podían cruzarse dos coches de caballos. Donde con una bomba, en cualquier desfile, era posible arruinar el orden del Estado.
La nueva vía de Madrid creció despacio. Sería necesario casi medio siglo para enlazar la calle de Alcalá con la Plaza de España. La agitada política del siglo XX le cambiaría el nombre varias veces, a tramos y en su totalidad. Pero eso no hizo mella en los madrileños, que la sentían su calle más importante, y nunca dejaron de llamarla la Gran Vía.
Enrique Villalba – Fotografías: Juan Luis Jaén / Antonio Castro
El primer pensamiento que viene a cualquier persona cuando se habla de la Gran Vía es la cultura. Cines, teatros, musicales, cabarets. La historia de la calle está en la vanguardia cultural de toda España en este siglo. Madridiario comienza su especial sobre el centenario de esta arteria de la capital recorriendo su vida cultural.
La Gran Vía tuvo esencia cultural antes de existir. Las callejuelas donde se ubicaría esta arteria centenaria eran un zona de actividad escénica desde finales del siglo XIX. El Alhambra de Libertad, el Salón Capellanes en Maestro Victoria o el Calderón de la calle de la Madera, entre otros, configuraban una red lo bastante intrincada para ser referencia en el Madrid efervescente de principios del siglo XX.
Desde la subasta de la obras (1908) y la inauguración de Alfonso XIII (1910), hasta su 100 cumpleaños… ABC siempre ha estado ahí, como testigo de excepción, en la vida de esta calle centenaria.
Proyecto de jardín peatonal en La Gran Vía, de Miguel Oriol
Perspectivas
El arquitecto español Miguel Oriol diseñó un jardín futurista para La Gran Vía, una de las principales arterias de la ciudad
La Gran Vía podría ser iberoamericana y peatonal, convertida en un jardín para ser recorrido a pie en un ameno zigzag. Un museo acristalado jalonaría la plaza del Callao y los cuatro virreinatos hispánicos, Nueva España, Perú, Nueva Granada y Río de la Plata, tendrían hitos artísticos propios, señaladamente escultóricos, en su trayecto. Éste se vería tapizado de céspedes, palmeras más arbustos tropicales y surcado por caprichosos cursos de agua. Un carril lateral se destinaría al trasiego de autobuses y servicios. Todo ello, por arriba, sobre cota.
Bajo cota, otro mundo: 3.000 plazas de estacionamiento para residentes distribuidos en tres grandes aparcaderos de hasta cuatro plantas, además de una red de conexiones con los nueve estacionamientos más cercanos de la zona para dar servicio, también, a los 21 hoteles situados en el área. Las plazas de estacionamiento financiarían las obras.
Tal es la contribución de Miguel Oriol al inminente centenario del arranque de la construcción de la Gran Vía, que él ve gran ocasión para proponer un cambio de eje de la circulación externa e interior del Madrid del siglo XXI, donde el adentramiento del tren hasta la Puerta del Sol revolucionará la morfología y la fisonomía de la ciudad, con dos millones más de viajeros -muchos de ellos transeúntes a pie- cada día.
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