(Puerto Madero, 2009). “Menos espacios de libertad que espacios donde cada uno es prisionero de la mirada ajena” (Marc Augé).
Los arquitectos – sugiere el autor de Los no lugares – quedaron fascinados con la posibilidad de marcar con su impronta los ámbitos privilegiados del planeta, quizás descuidando los problemas sociales que plantea la urbanización del mundo.
Por: Marc Augé
Los nombres de los grandes arquitectos son casi tan conocidos en el mundo como los nombres de los grandes futbolistas. La arquitectura goza actualmente de un estatuto absolutamente particular. ¿Surge una amenaza de reducir algunos metros la torre que Nouvel va a construir en Manhattan? La prensa se levanta.
¿Un gran vino de Burdeos quiere aumentar el prestigio de su producción? Confía al constructor de la catedral de Evry la tarea de diseñar su nueva bodega. ¿Un nuevo museo abre sus puertas en Bilbao o Chicago? Multitudes se precipitan para descubrirlo, menos atraídas por lo que contiene que por el edificio en sí.
Los arquitectos más visibles son celebrados en el mundo entero y hay ciudades de mediana importancia que tratan de conseguir que alguno de ellos, al menos, implante una de sus obras en su territorio para permitirles acceder a la dignidad planetaria y turística. Conviene interrogarse acerca de las razones y las consecuencias de este entusiasmo.
El Rey Alfonso X el Sabio pisó el mismo suelo que hoy, casi 800 años después, atraviesan atareados los arqueólogos que investigan el descubrimiento -«inusitado por su extensión»- del céntrico solar de San Esteban. Aquí, casi en el ombligo de Murcia, han aparecido en los últimos meses los muros de 48 casas árabes, siete palacios y hasta una pequeña mezquita con la base de su minarete. Los restos se extienden por debajo del Palacio de San Esteban, un convento del siglo XVII que actualmente es sede del Gobierno regional. Todo en una hectárea de terreno.
En ese mismo lugar hay proyectado, desde hace varios años, un aparcamiento subterráneo que el Consistorio de Miguel Ángel Cámara (PP) dice querer compatibilizar con el hallazgo. El método elegido es desmontar los restos para reconstruirlos sobre el aparcamiento. La polémica, y el hallazgo, nació hace seis meses con las obras de construcción del aparcamiento que promueve el Ayuntamiento, apoyado en la empresa La Generala. Tras las primeras catas arqueológicas, los restos de la Murcia árabe empezaron a aflorar.
Los ciudadanos se organizaron contra el proyecto a través de la Red
JAVIER RUIZ – Murcia
«La magnitud e importancia del yacimiento arqueológico de San Esteban hace imposible la construcción en ese lugar». La frase no es de ningún miembro de la plataforma en defensa de los restos, crítico con la decisión del Ayuntamiento y la comunidad autónoma de construir un aparcamiento bajo los restos de un barrio árabe en Murcia. Las declaraciones son del presidente de la comunidad autónoma de Murcia y del alcalde de la capital. Hasta ayer, los dos apostaban por construirlo. Las obras de dicho aparcamiento descubrieron hace meses un barrio árabe del siglo XIII con mas de 50 casas, siete palacios y una mezquita.
«Hemos ganado todas las batallas y también la guerra». Es la frase de un veterano miembro de la plataforma en defensa del yacimiento de San Esteban (Murcia) que junto a una veintena de compañeros esperaban ayer por la tarde con una pancarta que rezaba «¡BIC [Bien de Interés Cultural] ya!» a las puertas del palacio del gobierno regional. En el interior, el Catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Granada Antonio Malpica, ejercía de portavoz de la comisión de expertos que ayer se reunió con el presidente murciano Valcárcel. Malpica ha confirmado que, «la lluvia de estos días ha afectado al yacimiento». Sin embargo, dice que «son daños recuperables» sobre los que hay que empezar a trabajar «cuanto antes».
Google, el gigante informático, está consciente del consumo de electricidad intenso que representan sus operaciones. Hace unos días comunicó públicamente vía la agencia de noticias Reuters su decepción respecto de los cortos avances tecnológicos que se están logrando en ciertas áreas de las energías renovables. Por lo tanto, la compañía decidió hacerse cargo de algunos proyectos relacionados.
Uno de los objetivos que se propuso es inventar su propia tecnología para los espejos de plantas de energía solar térmicas (CSP del inglés Concentrated Solar Power) de manera a reducir los costos de estas últimas en un porcentaje igual o superior al 25 por ciento. Las plantas solares térmicas no utilizan paneles fotovoltaicos sino que a través de numerosos espejos, concentran la energía del sol en un punto (algo parecido a lo que hacíamos de niños al prender fuego un pedazo de papel con una lupa) en el cuál se encuentra un reservorio de agua que es calentado hasta el punto de ebullición. El vapor de agua hace girar una turbina y a través de un generador se obtiene electricidad. Se trata de un concepto similar a las centrales térmicas a gas que se encuentran en nuestra costanera pero en vez de quemar gas para obtener el calor, se utilizan los rayos del Sol.
A través de avances en los espejos, Google apunta a lograr ahorros de al menos 50 por ciento y de hasta 75 por ciento en los costos de la fabricación de helióstatos que es el conjunto de espejos que se mueven de manera inteligente para maximizar la cantidad de radiación solar que incide sobre el reservorio de agua. Actualmente el costo de capital es de 2,50 a 4,00 dólares por Watt, y una instalación de 250 MW costaría entre 600 a 1000 millones de dólares. Estos montos se trasladan en 12 a 18 centavos de dólar por kW/h. La compañía estadounidense estima poseer en los próximos meses una tecnología viable en la mejora de estos espejos para demostrar internamente.
Este informe, iniciativa de Asprima, analiza cómo se mejora la calificación de un inmueble
La relación «más coste y mejor eficiencia energética» es buena para todos
Repaso del estudio, tiempo y rentabilidad
La importancia de la orientación y ayudas para rehabilitar
BENITO MUÑOZ
MADRID.- La eficiencia energética no debería ser una moda pasajera, como muchos creen, sino la base para pensar en el futuro de la construcción en España. Un edificio puede ser mejorado hasta cumplir el máximo rigor exigido por el Código Técnico de la Edificación, el texto legal que marca el camino a seguir.
Hasta ahora, decenas de experimentos se vienen haciendo en el mundo para paliar el derroche energético. Pero lejos de realizar estudios sólo teóricos, que quedan muy bien cuando se habla de ellos, la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), empujada por la iniciativa de la Fundación Asprima (Asociación de Promotores Inmobiliarios de Madrid), ha finalizado la primera fase de un ambicioso proyecto llamado Precost&e cuyo epígrafe principal lo dice prácticamente todo: Evaluación de los costes constructivos y consumos energéticos derivados de la clasificación energética de las viviendas.
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