Como complemento a estas vivistas guiadas se ofrecerán exposiciones, cine, documentales, visitas a museos y edificios históricos, galerías, talleres, conferencias y debates.
Entre las conferencias destaca la de Javier García Algarra, autor del estudio “De Gran Vía al Distrito C”, quién hablará en la Fundación Telefónica, sobre el patrimonio arquitectónico de Telefónica: un recorrido por la historia y evolución de la arquitectura española en el sector de las telecomunicaciones. A continuación, se proyectará un documental sobre la historia del edificio de Gran Vía.
Mientras en Europa cada vez más construcciones aprovechan la energía solar, en América Latina, donde la irradiación del sol es mucho mayor, aún hay mucho por hacer. Edificios que se autoabastecen de energía o que incluso pueden vender el excedente de lo que producen, no son una ilusión. Basándose en medidas como un buen aislamiento térmico, uso eficiente de la energía y ventilación controlada con recuperación de calor se puede generar un gran cambio y tener una vida más saludable e incluso más económica.
Uno de los pioneros de esta tendencia es el austríaco Georg Reinberg. Con su “arquitectura solar” promueve conceptos de sustentabilidad y respeto por el entorno y por el ser humano. Comenzó a desarrollar estas ideas al titularse de arquitecto, a fines de los años 70. “Desde que se inicia la segunda crisis del petróleo a nivel mundial y que al interior del país se opta por el rechazo al uso de la energía atómica, las fuentes de energía alternativa cobraron más y más importancia para el público y yo mismo me fui apasionando cada vez más con este tema”, comenta.
En Santiago de Chile, Reinberg –cuyos proyectos han recibido numerosos premios- compartió estos conceptos con arquitectos y constructores en un seminario organizado por la Cámara Chileno – Alemana de Comercio. “Su obra nos entrega nuevas herramientas y técnicas a aplicar y adaptar en Chile, país que cuenta con una sobresaliente irradiación solar“, indica la arquitecta alemana Maria Blender, radicada en Chile desde hace 14 años.
Hotel Radisson Decapolis, Panamá - Foto: LMP Arquitectos
El estudio Lacroze Miguens Prati representará al país (Argentina) en un simposio que se realizará en Tokio el 1 de febrero.
Por: María Sol Oliver
«El mundo pide a gritos que cuidemos sus recursos, que cambiemos nuestros hábitos». Esta fue la primera frase que soltó el arquitecto José Ignacio Miguens apenas comenzó la entrevista en su oficina en el estudio LMP (Lacroze Miguens Prati).
La arquitectura sustentable era el tema de la charla que apenas comenzaba y el motivo por el cual los tres socios de la firma fueron invitados a Tokio a un simposio organizado por la embajada italiana en Japón y el Instituto Italiano de Cultura. El evento, que cuenta con el patrocinio del Instituto Japonés de Arquitectura (JIA) y en el que intervendrán cinco especialistas de Italia, Canadá y Japón, se desarrollará el 1 de febrero.
Se trata del tipo de arquitectura que piensa los proyectos según el impacto que va a tener la obra, no sólo en su concepción y su construcción, sino durante todo su ciclo de vida. Entonces tiene en cuenta las condiciones climáticas, el ecosistema en el que se inserta, la hidrografía, los solsciticios, etc., es decir, el edificio es concebido como parte de su contexto.
«Los recursos del planeta no son inagotables. En el devenir de la profesión hemos aumentado la conciencia acerca del uso de los materiales, el aprovechamiento de las energías sobre cómo acondicionar o calefaccionar una vivienda», explicó Miguens.
– Hay que fomentar una ética ambiental. Si los arquitectos tienen que estar actualizados y explicarle al cliente el impacto de sus elecciones, los clientes tienen que informarse para hacer pedidos razonables o reconsiderar propuestas. Un buen site para analizar el tema: www.sustentator.com
– El diseño bioambiental tiene en cuenta la implantacion a nivel climático y geográfico. La idea es procurar buena iluminación natural (ayudada desde el diseño con aberturas y claraboyas estratégicamente colocadas) para consumir menos energía, pero evitando que el sol caliente de más, para evitar el uso excesivo de aire acondicionado.
– Calcular los vientos predominantes ayuda a conseguir una ventilacion natural adecuada. Después hay que proyectar aberturas de modo de tener ventilación cruzada, para que el aire circule y refresque el ambiente.
– El concepto de passive cooling es interesante en los climas de verano: durante la noche se abre el edificio para que la brisa refresque el interior y, de día, se cierra para conservar el fresco de la noche.
– Para que en verano no entre el calor y en invierno no se escape, lo ideal son las carpinterías de calidad con doble vidrio. Y asegurarse de que el techo esté bien aislado.
– En lugares con buen asoleamiento, se pueden poner colectores solares para calentar el agua. Se trata de una serpentina negra puesta al sol dentro de una caja de vidrio: el agua, que está a 10 grados, llega al tanque a 25: sólo necesitás energía para subirla 5 grados más.
– Las pinturas al agua son más benignas con el medioambiente que las al óleo. Más todavía algunas importadas.
– Hay que considerar la cantidad de energía que se consumió para generar el material (la energía embutida), pero también la que implica su traslado a la obra. De otro modo, podríamos arruinar nuestras buenas intenciones con un flete ridículo. Además, usar materiales locales es un modo de contribuir con las economías regionales. Porque lo social, lo económico y lo ambiental van siempre de la mano.
Arriba, cubierta de las bodegas Protos, en Peñafiel (Valladolid), de Richard Rogers. Abajo, el arquitecto fotografiado en CaixaForum de Barcelona, el pasado marzo.
El Pritzker firma una sede del BBVA en México y el edificio de Abengoa en Sevilla
ANATXU ZABALBEASCOA – Madrid
Antes de firmar el Centro Pompidou de París, el arquitecto Richard Rogers (Florencia, 1933) ideó una vivienda 100% sostenible. Corría el año 1968. Y el Pritzker británico asegura que entonces la sostenibilidad le preocupaba lo mismo que hoy cuando levanta rascacielos y centros comerciales en varios continentes. Sólo que… «no todo el mundo quiere ser sostenible», apunta. «El 50% puede obligarlo la legislación. El resto lo decide el cliente».
Así, reconoce que entre la nueva sede para el BBVA, que levanta en la ciudad de México, y el nuevo campus de Abengoa, que acaba de estrenar al sur de Sevilla, la constructora española ha querido ser más sostenible. ¿Cómo? Fundamentalmente jugando con el sol. «En Sevilla, más que aprovechar la luz y el calor se trata de evitar su torridez. Hemos levantado siete edificios que se protegen unos a otros. El mismo proyecto en Inglaterra hubiera separado más los edificios para aprovechar el sol. La sostenibilidad responde a las energías del lugar. A veces cerrándose al sol. Otras, abriéndose», explica.
Rogers -que ha trabajado en este proyecto con los españoles Luis Vidal y J. Fernández Carbonell- considera que la crisis económica mejorará la arquitectura: «Los clientes son ya más cuidadosos y exigentes». Y recuerda que también la arquitectura es cíclica. Por eso, su receta anticrisis se remonta a la del 29. El resultado del desastre bursátil de entonces se tradujo arquitectónicamente en la construcción de parques. «Eso es lo que el Estado debe hacer en tiempos de crisis: generar puestos de trabajo mejorando las infraestructuras de las ciudades», considera.
Rogers es un ecologista urbano. Abogado de las ciudades densas y sostenibles, fue el cerebro de la reconversión de Londres en una urbe con dos orillas. Ahora cree que los Juegos Olímpicos sanearán el este de Londres, «una de las zonas más pobres de Europa occidental», asegura. Confiesa que la idea la sacó de Barcelona. «Ya no nos acordamos de la Barcelona con la costa contaminada, pero la recuperación de la playa como espacio público para el disfrute de los ciudadanos fue un hito urbano que muchas ciudades han tratado de imitar».
¿Cómo ve hoy Barcelona en donde muchos ciudadanos critican un consistorio que parece más preocupado por los turistas que por los ciudadanos? «Barcelona debería diversificar sus zonas con atractivo turístico», propone. «Pero no hay que engañarse, los turistas traen riqueza». ¿Todos? ¿Incluso el turismo depredador que arrasa con cuanto encuentra y regresa a dormir al barco? Ante ese tipo de turista, sir Richard Rogers reconoce que la invasión diurna de las ciudades es un problema. Y propone cuotas, como con los coches. «Soy partidario de estudiar los casos y reducir el número de entradas en las ciudades. Sucedió con los coches y se podría aplicar al turismo».
Después de construir edificios notables como la T4 de Barajas o las bodegas Protos, en Peñafiel (Valladolid), Rogers tiene, precisamente en Barcelona, atascada la reconversión de la antigua plaza de toros Las Arenas en centro comercial. Ante la pregunta de si ese cambio urbano también es sostenible, responde: «Mezclar comercio y cine favorece la cultura. El centro comercial tendrá luz natural y eso supone un gran ahorro cuando las tiendas consumen mucho en iluminación y aire acondicionado». Reconoce que la sostenibilidad resulta todavía cara. «El 50% del proyecto cuesta lo mismo hacerlo sostenible que no. El resto encarece. Pero gana en comodidad y responsabilidad. Y en una década devuelve el dinero en ahorro energético».
El autor del prototipo de Casa E para la firma Basf explica porqué el concepto de arquitectura sustentable «hoy se encuentra vacío de contenido«, y cómo es posible reconocer los ejemplos legítimos
Por Pablo Azqueta*
Especial para LA NACION
Con frecuencia pienso que la arquitectura padece de un exceso de adjetivación. Si además lo que califica es su condición de sustentable, el problema se agrava. Lo sustentable, expresión que comenzó a aplicarse en los años 70 asociada con el desarrollo, nació con el estigma de la ambigüedad.
Hoy, su uso se ha generalizado de tal modo que resulta casi imposible no encontrar a diario el término aplicado arbitrariamente a infinidad de productos o procesos, y que lo han ido vaciando de contenido.
Un enfoque sustentable de la arquitectura se apoya en dos aspectos: el uso eficiente y racional de los recursos tanto energéticos como materiales y la minimización del impacto ambiental de la implantación, producción y el uso de los edificios.
* El autor es arquitecto y profesor adjunto de la UNR. Master en Restauración Arquitectónica. Universidad Politécnica de Madrid. www.aape.com.ar
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