Un arquitecto japonés gana el concurso del futuro rascacielos turístico de la isla con su ‘Oasis del siglo XXI’, una apuesta cien por cien sostenible.
ROCÍO MENDOZA | MADRID
Miles de varas de acero que se iluminan de noche con tecnología LED elevan al cielo 300 metros cuadrados de jardín. / Foto: Sou Fujimoto Architects - http://www.eldiariomontanes.es
En el siglo XIX Gustave Eiffel reflejó la fuerza y el empuje de una sociedad que avanzaba a ritmo de fábrica y acero en la famosa torre parisina. En este siglo XXI, una torre llamada a ser símbolo de un país se construye a base de delicadas varas transparentes que elevan al cielo un frondoso jardín. Así será la futura torre de Taiwán, que más allá de la hermosa extravagancia del resultado, simbolizará la arquitectura sostenible que conocerán las generaciones del futuro.
La pasada semana se falló el premio del concurso de ideas que convocó el gobierno taiwanés para poner en marcha la construcción de una torre turística, con espacio para la observación de la ciudad y la acogida de acontecimientos.
Las propuestas de los estudios de arquitectura de medio mundo no tienen desperdicio: desde rascacielos rodeados de minimolinos de viento para abastecer de electricidad al edificio hasta sólidos bloques compuestos por placas fotovoltaicas. Pero el ganador ha sido el arquitecto japonés, Sou Fujimoto, que se ha inspirado en un árbol de la isla (el banyan) para desarrollar su proyecto.
Tal y como explican desde el estudio de Fujimoto en Tokio, su modelo de arquitectura verde del futuro es «el Oasis del siglo XXI«. Es lo que propone hacer con la torre, que será inaugurada al principio del año 2017. Para ello se ha inspirado en dos joyas naturales de la propia isla: el árbol típico taiwanés (el banyan) y sus delicadas raíces que cuelgan hasta tocar el suelo y los jardines de la isla Formosa.
Esta edificación que pretenden construir en Taichung, Taiwan, tendría 320 metros de altura en su parte central. Se trata de un proyecto armado para el concurso Torre de Taiwan, que premiará a quien rompa todos los esquemas para edificios.
Propuesta de STL Architects para el Concurso Internacional "Torre de Taiwán" - http://www.diariouno.com.ar / gizmodo.es
Usando todo tipo de energías renovables y con proliferación de espacios recreativos tales como museos y espectaculares miradores, la propuesta de edificio circular se sale de los conceptos tradicionales de edificios que crecen hacia arriba con la base geométrica del paralelepípedo.
Esta edificación que pretenden construir en Taichung, Taiwan, tendría 320 metros de altura en su parte central. Es la propuesta del estudio de arquitectura de ChicagoSTL Architects para la competición Torre de Taiwanque busca conseguir un edificio que se destaque no sólo por su altura, algo que en Dubai ya se acerca al kilómetro, sino más bien por romper todos los esquemas que hasta ahora vienen a la cabeza al pensar en un rascacielos.
Precisamente una de las ventajas de la construcción circular es la del reparto de pesos, que consigue una estructura mucho más resistente. Desde la superficie no podrá apreciarse pero la parte inferior del edificio mantendría el recorrido circular en los cimientos para contribuir así a la solidez del rascacielos.
En esa parte inferior el grosor del círculo sería mayor a fin de obtener un centro de gravedad más bajo, que al quedar bajo tierra otorgaría mayor resistencia a la parte superior, que soportaría mejor las torsiones o cargas laterales.
Además la parte superior sería mucho más ligera, apenas una estructura que completa el círculo, a modo de enorme mirador desde el que las vistas serán, seguro, tan espectaculares como el propio rascacielos circular.
Proyecto ganador del Concurso de la Ciudad del Mar y de la Música Pop de Kaohsiung en Taiwán - 20minutos.es
Cultura
Un equipo de arquitectos españoles gana un concurso internacional para construir un complejo cultural en Kaohsiung, la segunda ciudad de la isla.
PABLO M. DÍEZ / PEKÍN
Seriamente afectada por la crisis y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la arquitectura española se lanza al extranjero para explotar todo su talento. Debido al ascenso de potencias emergentes como China y la India, todas las vistas están puestas en Asia, donde un equipo de arquitectos españoles, Made In, acaba de ganar un disputado concurso internacional para construir el Centro Marítimo de Música Cultural y Popular de Kaohsiung, la segunda ciudad más importante de Taiwán tras la capital, Taipei, con la que está comunicada mediante un «tren bala».
Dicho conjunto, cuyas obras empezarán en breve y durarán hasta 2015, cuenta con un presupuesto de 100 millones de euros y se convertirá en la última joya urbanística de Kaohsiung, una urbe industrial de tres millones de habitantes rodeada de futuristas parques tecnológicos que alberga uno de los puertos con mayor tránsito de mercancías del Lejano Oriente.
Con una superficie de 100.000 metros cuadrados, este centro dispondrá de dos auditorios: uno al aire libre con capacidad para 12.000 personas y otro interior con un aforo de 3.500 espectadores. Además, contará con un museo del mar, otro de la música, ocho salas de conciertos de menor tamaño e incluso una zona comercial no solicitada en las bases. Se trata de un mercado nocturno de 20.000 metros cuadrados que abrirá las 24 horas, como es habitual en esta isla tropical que permanece separada de China desde el final de la guerra civil (1945-49) y cuya soberanía es reclamada por el régimen de Pekín.
The Sanzhi UFO houses (三芝飛碟屋), also known as the Sanzhi pod houses or Sanzhi Pod City, were a set of abandoned pod-shaped buildings in Sanzhi, Taipei County, Taiwan.
Más que pueblo fantasma, catalogaría San Zhi como urbanización fantasma por las características de este lugar. Está situada en las afueras de Taipei, en Taiwan, y se construyó a principios de los ochenta como lugar de residencia de lujo. No se conocen los nombres de los diseñadores de esta urbanización futurista, a mi personalmente, estos edificios me recuerdan muchísimo a los de la película de Woody Allen “El dormilón”,jeje… igual fueron los mismos. Bueno, la cosa es que apenas hay información sobre este lugar y sobre las causas de su abandono. Hay teorías para todos los gustos, un tifón que arruinó a la constructora, o una quiebra de ésta simplemente. Muertes de obreros, con sus respectivos espíritus atormentando al resto de trabajadores hasta que abandonan el trabajo por temor… quien sabe, la verdad es que ninguna es demasiado creíble. Es posible que todo sea más simple y que las causas no sean tan rocambolescas. La cuestión es que San Zhi es el mejor ejemplo de cómo serán las ciudades del futuro cuando sean abandonadas. Un lugar diferente, colorido y tan muerto como el resto de pueblos fantasma.
On the north coast of Taiwan lies the strangest abandoned city San Zhi. The city is entirely consisted of circular multi-colored pods stacked one on another. Furthermore, these strange habitats have been completely abandoned for a number of years, and are slowly rotting away into nothing. The site was commissioned by the government, and this was mentioned to be a nice place to get rest and enjoy the view, but something went wrong. No body actually knows what happened, but the rummer goes that a lot of strange and bizarre things and accidents happened which scared people. Locals say that the area is hunted by the ghosts who died in vain. Well, that stories about the hunted places are very popular and it is a common thing which we can find it anthropologically in lot of cultures all over the world.
ABIERTO. El acceso principal, ubicado al sudeste, es permeable al entorno.
ARQUITECTURA | PROYECTO INTERNACIONAL | ESTADIO KAOHSIUNG
Cómo recrear la tipología del estadio
En Taiwán, Toyo Ito diseñó un centro deportivo que rompe la forma del «bowl» para abrirse al entorno. Detalles de una obra sustentable, que produce más energía de la que necesita.
por Graciela Baduel.
gbaduel@clarin.com
Sin las exigencias que imponen deportes eminentemente mediáticos como el fútbol, donde lo icónico es un valor supremo, Toyo Ito diseñó un estadio en Kaohsiung (Taiwán) que rompe el modelo tradicional del «bowl», siempre cerrado sobre sí mismo.
Construido el año pasado para los Juegos Mundiales, una competencia internacional de deportes no incluidos en los Juegos Olímpicos, el Estadio de Kaohsiung se destaca por su acceso permeable, que deja ver parte de las tribunas y del campo de juego. La envolvente, compuesta por tuberías de acero que se cruzan en diagonal, recuerda vagamente al Nido de pájaros diseñado por Herzog & de Meuron para Beijing 2008, pero en este caso no completa la elipse, sino que se abre en una tira que parece abrazar al entorno. Así, el edificio se asemeja a una serpiente en movimiento, es como un reptil de piel escamada y brillante. Solo que en este caso las escamas cumplen un rol fundamental: se trata de 8.800 paneles solares de entre 2,5 y 3,5 m de largo, que generan más energía que la que el edificio necesita.
Es notable la manera en que el diseño de Ito trata de reducir el impacto de una estructura de este porte, ubicada en una ciudad de poco más de un millón y medio de habitantes, la segunda en importancia de la isla-estado que pertenece a la República China.
Más que un estadio
La idea madre del proyecto de Toyo Ito fue lograr una pieza arquitectónica que se pudiera disfrutar más allá de las competencias deportivas. Por eso el estadio está implantado en un gran parque urbano de 19 hectáreas, con una laguna y frondosa vegetación.
Si para otro de sus estadios emblemáticos, el Allianz Arena de Munich, Herzog & de Meuron pensaron la explanada de acceso como un elemento tan importante como el estadio en sí mismo (los arquitectos suizos imaginaron a los grupos de hinchas bajando de la estación de subte y marchando en procesión a alentar a su equipo); para este proyecto Toyo Ito se basó en la idiosincracia del público oriental, que durante las competencias de deportes no profesionales podría, tal vez, entrar y salir del estadio varias veces, libremente, para dar un paseo por el parque y aprovechar el buen clima del que la ciudad de Kaohsiung hace gala la mayor parte del año. Desde la autopista o en transporte público (hay una estación de trenes a poco metros), los visitantes llegan a una plaza de acceso suavemente elevada, que lleva hacia la «tira» que se abre de la elipse, donde además de las boleterías hay variedad de cafés y restaurantes siempre abiertos.
El parque está cubierto de palmeras y especies de plantas tropicales que, aunque recién plantadas, lo convierten en una atracción en si mismo.
bmontaner@clarin.com Toyo Ito nunca hubiera podido construir un estadio como el Kaohsiung (Taiwán) en nuestro país. Entre otras razones, porque no tiene tribunas detrás de uno de los arcos, el lugar predilecto de la hinchada. No obstante, hace aportes revolucionarios a este tipo de megaconstrucciones.
Pese a la poca producción, en Europa y Asia, Zaha Hadid, Jean Nouvel y Toyo Ito tienen motivos para festejar. Frank Gehry, Thom Mayne y Steven Holl están llamados a renovar el panorama arquitectónico de los EE.UU.
por Nicolai Ouroussoff. Crítico de arquitectura y periodista
Quizá el futuro sea sombrío pero al menos algunos arquitectos pueden recordar el año con sensación de triunfo. Tras más de una década de demoras en el diseño y la construcción, Zaha Hadid terminó su museo de arte contemporáneo Maxxi en Roma, uno de los proyectos más ambiciosos de la ciudad desde 1960, cuando Pier Luigi Nervi completó su Palazzetto dello Sport.
Las sinuosas formas de hormigón del museo, que parecen extraer energía de las calles circundantes, juegan a las escondidas con el barrio. Emplazado a mitad de cuadra entre hileras de edificios indefinidos, el Maxxi apuesta a la seducción lenta.
Jean Nouvel terminó la Sala de Conciertos de Copenhague, una reluciente caja azul adornada con imágenes fragmentadas de músicos que flotan como en un sueño. La cualidad etérea de su piel, hecha de una tela de alta resistencia, crea un inquietante contraste con la solidez de la sala que parece tallada en un enorme bloque de madera dura.
Y Toyo Ito, un arquitecto cuyo trabajo ha sido injustamente relegado fuera de su Japón natal, recibió un reconocimiento por el nuevo estadio de Kaohsiung, Taiwán, construido para los Juegos Mundiales. Su forma serpenteante, que se despliega sobre un parque urbano hasta ahora olvidado para enmarcar uno de los lados de una vibrante plaza pública, crea una reconfortante sensación de recogimiento al tiempo que ofrece vistas lejanas de la ciudad.
Parece mentira, finalizó la primera década del nuevo siglo. La empezamos cuando se cocinaba la crisis 2001-2002 y la terminamos tratando de salir no muy heridos de otra crisis, la internacional. A pesar del sacudón, el último año trajo para el crítico del The New York Times, Nicolai Ouroussoff algunas obras para recordar: el Museo de Arte Contemporáneo Maxxi, de Zaha Hadid en Roma; la Sala de Conciertos de Jean Nouvel en Copenhague; el nuevo estadio de Kaohsiung, de Toyo Ito en Taiwán; y en Nueva York, la High Line, el edificio académico para la Cooper Union de Morphosis y la Beekman Tower de Frank Gehry, aún en construcción. Según parece para los registros de Ouroussoff, debajo del trópico de Cáncer, no pasó nada.
El edificio Taipei 101, 50 metros más alto que las Torres Petronas de Malasia, domina la capital - Foto: CORBIS
Pequeño territorio, grandes sorpresas; de los ultramodernos 101 pisos de su torre insignia a los vivos colores de sus templos más antiguos
TAIPEI.- El nombre Taiwan, para muchos, remite inmediatamente a tecnología, a aparatos electrónicos, a una nación factoría, un eficiente y remoto polo industrial. Es difícil separar a Taiwan de las palabras made in grabadas sobre todo tipo de dispositivos, diminutos, sofisticados, enormes, descartables, baratos o impagables.
Cuesta imaginar algo más lejano a ese concepto que el Taroko, uno de los siete parques nacionales en esta isla bautizada por navegantes portugueses como (curiosamente, para los argentinos) Formosa. Son 270.000 hectáreas de prodigiosas montañas atravesadas por el poderoso y erosivo río Liwu, y por caminos que dan prueba de la laboriosidad taiwanesa, con túneles de hasta dos kilómetros.
Durante una gira de una semana alrededor de la isla, el Taroko, sobre la costa este, es el lugar donde nos cruzamos con más turistas occidentales en pleno trekking. Será que si bien se pueden visitar parques nacionales en muchas partes del mundo, no en tantas se ven estos intrigantes templos de techos colorados asomando entre la profunda forestación, ni paradores-spa de renombre internacional.
Pero el Taroko es apenas una de las muchas razones para darle una oportunidad a Formosa, adonde llegan mayormente viajeros de negocios, aunque, en realidad, es una conveniente puerta de entrada para un tour asiático más amplio. Es un país que sorprende a quien espere encontrar poco más que un cúmulo de rascacielos ultramodernos haciendo equilibrio para no caerse al Pacífico. En verdad, aunque la densidad de la población es alta y sólo el 35% de esta montañosa isla es habitable, ni siquiera Taipei es la agobiante capital asiática con la que alguno podría fantasear. Con algo más de dos millones y medio de habitantes, es una ciudad relativamente baja (por el peligro de los terremotos), caminable y nada vertiginosa, salvo para quien se aventure a manejar entre los cientos de miles de scooters que circulan a toda hora por sus calles.
El nuevo estadio mundial de la ciudad de Kaohsiung funciona exclusivamente con la electricidad que generan sus paneles solares.
Podría surtir de energía al 80% de su área.
Puede producir 1.14 GWh de electricidad anualmente y evita la emisión a la atmósfera de 660 toneladas de CO2
Tiene forma y el tamaño de un dragón de proporciones míticas, pero no gasta un solo euro en alimentarse. El nuevo estadio mundial de Taiwanse nutre de electricidad gracias a su techo, 14.155 metros cuadrados de paneles solares.
Este tecnológico estadio, con 3.300 focos, se enciende exclusivamente con energía solar, sin consumir ni un solo vatio externo. Este edificio, diseñado por el arquitecto Toyo Ito, tiene forma de dragón un admirado animal mítico en Taiwan y ha costado 150 millones de dólares.
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