La Xunta preveía en 2012 medio millón de visitantes para la Cidade da Cultura, que acaba de cumplir dos años abierta al público, pero solo atrajo a 332.800 personas.
Ciudad de la Cultura de Galicia, Monte Gaiás – Santiago de Compostela
En el año 1997 abría sus puertas en Bilbaoel Museo Guggenheim. Desde entonces, el edificio de Gehry se ha convertido en un icono para la ciudad vasca y en uno de sus principales reclamos turísticos. Su éxito desató una fiebre por construir edificios estrella, una moda de la que Galiciatampoco se libró. Así nació la Cidade da Cultura, un complejo arquitectónico de factura millonaria que ya lleva dos años abierto al público pero que aún no puede emular al gigante vasco ni como icono, ni en número de visitantes
CARMEN VILLAR SANTIAGO Tiene mucho camino que recorrer -y muchos visitantes a los que persuadir de sus bondades- para alcanzar las marcas del Guggenheim de Bilbao, su inspiración. Durante los quince años de vida del edificio diseñado por Gehry en Bilbao, han atravesado sus puertas unos catorce millones de visitantes, a prácticamente un millón por año. A su lado, las cifras del complejo diseñado por el arquitecto Peter Eisenman en la cima del Gaiás, en Santiago, resultan más modestas, al menos teniendo en cuenta el balance que acaba de realizar la Xunta de Galicia para evaluar los frutos de dos años de apertura al público de la Cidade da Cultura, una infraestructura que su promotor, Manuel Fraga, quería ubicar entre las diez “más importantes” del mundo de su género.
Desde que el Gaiás fue inaugurado por los Príncipes de Asturias, el 11 de enero de 2011, cuando se cumplía una década de la colocación de la primera piedra, han paseado por las calles con las que Peter Eisenman pretendía emular el trazado del casco viejo compostelano un total de 664.739 visitantes, según la Consellería de Cultura. Sin necesidad de irse tan lejos como Bilbao, la cifra se revela cuando menos modesta cuando se la compara con los turistas movilizados por el Apóstol, ya que la catedral compostelana recibe en torno a los 2,7 millones de personas en un año convencional. Si es Santo, todavía se marcan más las distancias e incluso puede rivalizar con el monumento más visitado de España, la Alhambra de Granada.
Vista del Gran Canal con Santa María de la Salud al fondo. Wikipedia
VENECIA, Italia — Bajo el lema ‘Common ground‘, territorios comunes, los organizadores de la 13ª edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia, que se inaugura el 29 agosto, convocaron a arquitectos de todo el mundo, tanto célebres como anónimos, para debatir sobre los desafíos de la arquitectura en tiempo de crisis.
“La arquitectura debe ahora exhibir sus preocupaciones y no sus glorias”, explicó el curador de la Bienal, el británico David Chipperfield, quien invitó a influyentes arquitectos, los llamados ‘archistars’, entre ellos Renzo Piano, Zaha Hadid, Peter Eisenman, Norman Foster, Kazuyo Seijma, Rafael Moneo, así como a urbanistas, fotógrafos, artistas, críticos, ingenieros y estudiosos.
En total más de un centenar presentarán su mirada sobre los problemas e ideas con las que la arquitectura, el arte de proyectar y construir edificios, se debe medir actualmente.
“Tenemos la ambición de confirmar la existencia de una cultura arquitectónica formada no sólo por talentos individuales sino también por un patrimonio de ideas diferentes reunidas en una historia común”, explicó Chipperfield, destacado arquitecto de la corrriente minimalista, autor entre otras obras de la renovación del Neues Museum de Berlín.
Neues Museum in 2009 – Wikipedia
La nueva edición de la bienal, que permanecerá abierta hasta el 25 de noviembre, presentará en total 66 proyectos y contará, como es tradición, con la participación de 55 países, de los cuales cuatro concurren por primera vez: Perú, Angola, Kosovo y Kuwait.
Para uno de los eventos del sector más importantes, que se celebra cada dos años en Venecia, el público podrá admirar la instalación estadounidense ‘Spontaneous Interventions: Design Actions for the Common Good‘, que representa una ciudad del futuro con la máxima comodidad para sus habitantes.
Rusia presentará su proyecto de ciudad inteligente, la Skolkovo Innocity, diseñada para convertirse en el ‘Silicon Valley ruso‘, último modelo para la creación y comercialización de nuevas tecnologías, “un espacio entre los físico y lo virtual”, según su comisario Grigori Revzin.
William Curtis – Crítico e historiador de la arquitectura
“La generación de imágenes por ordenador conduce a veces a una arquitectura sin rigor, a una serie de geometrías sin significado”
Crítico e historiador de la arquitectura William Curtis
William Curtis (Inglaterra, 1948) es autor de la obra “La arquitectura moderna desde 1900” (Phaidon), una de las biblias de la profesión. El controvertido crítico vive en el Midi francés y es un enamorado de España y de la obra del arquitecto gallego Alejandro de la Sota. Curtis alaba la arquitectura respetuosa con el entorno y la topografía y denosta los proyectos “icónicos y con presupuestos desorbitados”.
–Es muy crítico con la arquitectura actual, ¿qué considera buena arquitectura?
–Eso es demasiado general.
–Critica la arrogancia y el narcisismo de ciertos arquitectos.
–De los que solo se preocupan por la imagen, la imagen y la imagen. Últimamente se ha hecho demasiado énfasis en una arquitectura icónica, con presupuestos desorbitados y ajena al lugar. Hay, sin embargo, proyectos muy buenos como el del Centro Galego de Arte Contemporáneo, en Santiago, de Álvaro Siza. Es un precioso edificio, respetuoso con el entorno y la topografía. Aunque no puedo decir qué es buena arquitectura en general sí puedo dar un ejemplo de lo que es buena arquitectura.
–¿Y de mala arquitectura?
–Exactamente, enfrente está la Ciudad de la Cultura, de Peter Eisenman, que es un desastre total. Reúne todas las características de mala arquitectura: forma caprichosa, fuera de escala, no funciona como edificio para lo que fue proyectado, destroza el paisaje… Es un ejemplo de contenedor sin contenido.No es solo un problema arquitectónico sino también político. Es un mal proyecto.
–¿El ordenador puede ser un peligro para la arquitectura?
William J.R. Curtis en Sevilla, 2008.
–La generación de imágenes por ordenador puede llevar a hacer una arquitectura sin rigor, a una simple serie de geometrías sin significado.
–¿Es lo que hacen Eisenman o Zaha Hadid? Es la moda.
–Ese es el problema, que es solo moda sin contenido y la moda es pasajera. Es un juego gratuito, una arquitectura sin sustancia. Eisenman ha partido, supuestamente, de la imagen de una concha de vieira y ha dejado anonadados a los políticos con la idea, pero es una mentira, incluso el juego pseudofilosófico de Deleuze en el que se basa… ¡Por favor!
–Es mastodóntico y feo. Todavía es peor, una falta total de responsabilidad del arquitecto con la sociedad. Andalucía me es muy querida y la mezquita de Córdoba es para mí una de las mayores obras de la arquitectura, no solo española o del arte islámico, sino del mundo. Es una obra maestra.Pero no solo la mezquita requiere respeto, sino todo el conjunto, con el puente romano y el Guadalquivir. La obra de Koolhaas rompe la armonía, como la rompe en Sevilla la seta envenenada de la plaza de la Encarnación proyectada por Jünger Mayer. Es el problema de todas las ciudades que intentan hacer marketing y venderse como producto, lo cual muestra la ignorancia de algunos políticos, que destrozan la propia ciudad. Otra amenaza es la de la Torre Pelli en Sevilla… ¡Stop, por favor! Sevilla ya tiene sus propios hitos históricos, no necesita iconos nuevos sino que se respete lo que hay. Esta obra de Mayer es otro ejemplo de mentira visual generada por ordenador.
Cuando en 1999 la Xunta de Galicia convocó un concurso internacional para seleccionar al arquitecto que se haría cargo de la construcción de la Ciudad de la Cultura, doce profesionales presentaron sus diseños. La idea de partida, un complejo museístico que abarcaría más de 265.000 metros cuadrados y que convertiría a Galicia en faro de la cultura, se reveló como un reto al que los profesionales más señeros del ámbito arquitectónico no se pudieron resistir. Personalidades internacionales de la talla de Jean Nouvel o Daniel Libeskind y también nacionales —es el caso de César Portela, Ricardo Boffil, Juan Navarro Baldeweg o Manuel Gallego—, participaron en la convocatoria. Finalmente, Peter Eisenman, creador del mítico Memorial del Holocausto de Berlín, fue el elegido por el tribunal. La singularidad conceptual de la construcción que este arquitecto neoyorquino plasmó sobre el papel convenció —y cautivó— al comité de selección.
Tradición y modernidad
El desafío del proyecto Gaiás radicaba en su ubicación, una pequeña colina situada al este de Santiago de Compostela con una superficie aproximada de 70 hectáreas, que da nombre al complejo. La construcción debía sintonizar con este espectacular mirador, por lo que Eisenman tomó como fuente de inspiración las cinco calles medievales que desembocan en la ancestral Plaza del Obradoiro. Al contemplar el resultado final, no cabe duda alguna de que el paso de este emblemático creador por las aulas de la Facultad de Filosofía de Cambridge dejó huella en un proyecto que conjuga, de modo singular, tradición y modernidad. Así, partiendo de la estética deconstructivista que define su estilo, Eisenman moldeó un imponente complejo cuyas particulares ondulaciones son visibles desde numerosos puntos de la ciudad. A la hora de explicar el cometido de su obra, el estadounidense comenta que ha primado el conjunto por encima de todo «buscando generar condiciones en las que el fondo pueda elevarse y la ciudad se deje caer contra él».
Las magnitudes de esta innovadora urbe conllevaron que las obras de construcción se dilatasen diez años en el tiempo. Desde entonces, 100 personas han visitado los siete edificios que componen el macrocomplejo, dentro de un programa de visitas organizado por la Fundación Ciudad de la Cultura. El objetivo de este plan —que sigue activo a día de hoy a través de la página www.cidadedacultura.org/— es aproximar al público a la realidad de una ciudad que muchos sienten lejana. Éste, el sentimiento de desapego, ha sido el principal escollo que el gobierno gallego ha debido salvar durante el último año. Un período en el que la celebración del Año Santo —como el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, explicó a ABC— lejos de ensombrecerlo, ha dado vida al proyecto.
FREDY MASSAD
Una reflexión crítica acerca del monumental proyecto de la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela supone integrar dos puntos de partida divergentes: por un lado, la desaforada carrera emprendida por muchas ciudades españolas para proveerse de edificios emblemáticos firmados por arquitectos de renombre en la estela del «efecto Bilbao»; y, por otro, cómo este proyecto supuso la oportunidad clave para materializar un manifiesto conceptual de uno de los mayores y consistentes teóricos de la arquitectura de finales del siglo XX, Peter Eisenman.
Situada en Santiago de Compostela, emblema de la tradición cultural europea y cuya ciudad histórica fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1985, la Ciudad de la Cultura de Galicia se yergue en la cima del monte Gaiás como un hito arquitectónico del nuevo siglo. Mañana martes los Príncipes de Asturias inaugurarán oficialmente este gigantesco complejo, diseñado por el arquitecto estadounidense Peter Eisenman inspirándose en la concha de una vieira peregrina, de 148.000 metros cuadrados, que ha costado 11 años de trabajo y más de 400 millones de euros. Aunque en realidad, solo dos de sus cinco edificios – la Biblioteca de Galicia y el Archivo – comenzarán a funcionar con regularidad. El Museo de Galicia, el Centro de la Música y de las Artes Escénicas y el Centro de Arte Internacional tendrán que esperar.
EL SUEÑO DEL GAIÁS Es difícil saber premonitoriamente si serán precisos esos cincuenta años de andadura para que la sociedad civil toda se sienta orgullosa, en el decir de uno de los miembros del jurado que aprobó el proyecto de Peter Eisenman, Luis Fernández Galiano, de la obra que parcialmente inauguran hoy en el monte Gaiás los Príncipes de Asturias. De atenernos a la primera evidencia ya contrastada por centenares de personas, parece que será mucho antes, a medida que esa misma sociedad contemple en su plena magnificencia artística y arquitectónica el complejo que se erige rivalizando visualmente con la basílica compostelana, ya que cuantos tuvieron esa oportunidad, en todos ellos el criterio es unánime.
El complejo de Peter Eisenman abre este martes, tras más de diez años
Sólo dos de los seis edificios proyectados están terminados
Desde el propio concurso suscitó críticas de técnicos por su grandiosidad
Hasta ahora se han gastado 351 millones; la cifra final alcanzará los 475
Socialistas y nacionalistas intentaron sin éxito redefinir el proyecto
Montse Dopico | Santiago de Compostela
Para algunos, un hito arquitectónico del siglo XXI y una oportunidad para dinamizar Galicia. Para otros, un símbolo del despilfarro y de la concepción de la cultura como espectáculo. La Cidade da Cultura nació rodeada de polémicas. Hoy, más de una década después, abrirán sus puertas dos de los seis edificios que la integrarán: la Biblioteca y el Archivo. El resto tendrá que esperar. El Museo y las oficinas de Servicios Centrales, a la vuelta del verano. El Centro de la Música y las Artes Escénicas, y el Centro de Arte Internacional, lo que haga falta según la disponibilidad presupuestaria.
TRIBUNA | JOSÉ CARLOS BERMEJO BARRERA CATEDRÁTICO DE HISTORIA, UNIVERSIDADE DE SANTIAGO
He tenido el privilegio de recorrer la Ciudad de la Cultura, un auténtico hito en la historia de la arquitectura, pues en ella se ha conseguido superar todo lo que se sabía en el campo de las Bellas Artes. A lo largo de su historia, la humanidad fue construyendo con diferentes tipos de materiales edificios de distintas formas y usos, ya fuese para habitarlos, para albergar fábricas o talleres, o para exhibir el poder, la riqueza y el orgullo de quienes ordenaron construirlos. Todo ello ya no será más que una banalidad.
La arquitectura no es garantía de felicidad, es una promesa. Puede provocar mayor o menor goce visual, puede tener mayor o menor utilidad funcional, pero (para ser considerada arquitectura) debe tratar de acercarse a esa sintonía que nos hace sentir bien. Claro que, como toda promesa, el problema de la arquitectura es la distancia entre las expectativas que despierta y la posibilidad real de satisfacerlas. Un riesgo que vale la pena correr.
Hoy, la imagen ha eclipsado a las otras cualidades de los edificios y las promesas que la arquitectura solía hacer parecen menos comprometedoras. Una imagen fuerte y llamativa alcanza para satisfacer a muchos.
Peter Eisenman asegura que lo que llevó a que los edificios sean cada vez más mediáticos es que los inversores quieren que salgan en los diarios, los periodistas necesitan noticias y los arquitectos les siguen el juego a los dos. “Nos hemos obsesionado con el deseo de algo material que palpar, gozar”, asegura Eisenman y dictamina que no se puede entrar en un edificio, tomar imágenes y salir sin pensar sobre él. Pero, mal que le pese a Eisenman, cuando la voracidad informativa carece de sentido crítico, la gente prefiere imágenes fáciles de digerir y suficientemente fuertes como para recordar. Entendida así, la arquitectura es una promesa fácil pero efímera, un placebo que nos hace felices por un momento y nos deja huérfanos después.
Unos días atrás os recomendábamos una entrevista a Peter Eisenman en inglés realizada por Designboom. Esta vez os la ofrecemos totalmente en Español, cortesía de Kredo quien se tomó el tiempo de realizar la traducción. Peter Eisenman
Arquitecto y Educador, nació en 1932 en Newark, New Jersey, EE.UU. Recibió un grado de Bachillerato en Arquitectura de la Universidad de Cornell en 1955, una Maestría de Arquitectura de la Universidad de Columbia, postgrados M.A. y Ph.D. de la Universidad de Cambridge, y Doctor Onoris Causa por la facultad de Bellas Artes de la Universidad de Illinois, Chicago.