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The judges described the London cancer centre as a “timeless work of architecture that not only distils the intentions of this brief but expresses in built form compassion, sensitivity and a deep sense of our common humanity.”
They added: “This quietly confident building is truly, unquestionably a haven for those who have been diagnosed with cancer. Rogers Stirk Harbour & Partners’ achievement is in having created a completely informal, home-like sanctuary to help patients learn to live with cancer.”
In his short acceptance speech, Richard Rogers described the building as a “wonderful project”.
He paid tribute to Maggie Keswick, the late wife of client Charles Jencks, who’s death of cancer led Jencks to create a series of cancer care centres as a fitting memorial.
Rogers said: “The one person missing here is Maggie. She will certainly be the person I’m thinking of.”
LORD ROGERS last night won the £20,000 Stirling Prize, the premier award in British architecture, for his design of a cancer support centre.
The prize comes as a ringing endorsement from his peers despite Rogers being bumped off the £1 billion Chelsea Barracks redevelopment project by the intervention of Prince Charles. His victory — for the Maggie’s Centre in Hammersmith, west London — came as a surprise. The favourite for the award had been an art gallery on a Danish island by minimalist architect Tony Fretton.
Giving the prestigious prize to the firm of Rogers Stirk Harbour was a popular choice, however. The programme of Maggie’s Centres began with a converted stable block in Edinburgh in 1996.
The six centres built so far are architecturally ambitious. Five are in Scotland, including designs by Frank Gehry (Dundee) and Zaha Hadid (Fife). Sarah Brown, the prime minister’s wife, was closely involved with the building of the Fife Maggie’s Centre, which is in her husband’s constituency.
The RIBA Stirling prize is given each year to one selected building. And this year’s prize went to the Maggie Center by Rogers Stirk Harbour + Partners.
Richard Rogers takes architecture’s top prize for the second time
Richard Rogers’ Maggie’s Centre in west London has been awarded the RIBA Stirling Prize for 2009, announced at a televised ceremony on Saturday. From a shortlist of six, Rogers’ design won the £20,000 prize making this the second time his practice has achieved what is considered to be one of the most prestigious architecture prizes. Rogers’ Barajas Airport in Spain scooped the top spot in 2006.
Maggie’s Centre, a cancer care centre in London designed by architects Rogers Stirk Harbour + Partners, has won the RIBA Stirling Prize for the best building designed by a British architect.
El estudio Richard Rogers Stirk Harbour and Partners obtuvo el premio RIBA por segunda vez, por un centro para enfermos de cáncer en Londres; el primero fue en 2006 por la Terminal 4 de Barajas, Madrid
La casa de los Altos de Elorriaga, en la esquina noroeste de las calles Adolfo Alsina y Defensa. Buenos Aires, Argentina.
Son Altos de Elorriaga y de Ezcurra, en Alsina y Defensa, las dos viviendas más antiguas que quedan en pie.
Por: Nora Sánchez
En un mes, la fachada de losAltos de Elorriaga va a lucir como en el siglo XIX, cuando desde el mirador de su terraza se veía el río. Tras los andamios, en Defensa y Alsina, ya asoma el frente blanco pintado a la cal, tan reluciente como cuando la casa fue construida, en 1808. Sobre Alsina, también están restaurando la fachada de la casa de María Josefa Ezcurra, cuñada de Rosas, de 1830. Ambas casas, las viviendas más antiguas que se conservan en la Ciudad, son Monumentos Históricos Nacionales. Y su restauración forma parte de un programa del Gobierno porteño para recuperar fachadas de la calle Defensa.
Las casas forman parte del Museo de la Ciudad y, están organizadas en torno a dos patios, con planta baja, primer piso y terraza. A los 90 llegaron muy deterioradas, con derrumbes internos. El primer intento de restauración fue en la intendencia de De la Rúa, cuando se hicieron tareas de consolidación en la casa Ezcurra. En 2000, durante la gestión de Ibarra, la Secretaría de Cultura consolidó la estructura de Altos de Elorriaga y recuperó la terraza, incluyendo el mirador. Antes de la asunción de Macri, la gestión de la arquitecta Silvia Fajre en Cultura había encarado la conversión de la casa en museo. En cambio, en la casa Ezcurra un litigio con la contratista que había empezado trabajos en el 96 impidió avanzar hasta fines de 2006, cuando Cultura recién pudo entrar a la casa y hacer cateos para analizar su estado. En mayo, a través de la Jefatura de Gabinete, el Gobierno macrista empezó a restaurar las fachadas, con una inversión de $ 1.200.000.
La casa de Defensa y Alsina, de 1808, fue una de las primeras de altos. Su dueño era Juan Bautista Elorriaga, comerciante vasco que en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 votó a favor de que el Gobierno siguiera en manos del virrey Cisneros. Sus hijas heredaron la casa y la dividieron en tres. La de la esquina, una de las pocas sin ochava de la Ciudad, quedó casi intacta. La entrada, en Defensa 183, conduce a una escalera de madera. En el primer piso, se suceden habitaciones con gruesas paredes de ladrillos unidos con barro. Los obreros pintan de un celeste verdoso las ventanas a la calle. «Es el color original», dice la arquitecta Camila Piris Machado, a cargo de la obra. Y detalla: «Limpiamos la fachada de vegetación, grasa y hollín. Sacamos las baldosas de los balcones, las restauramos y las recolocamos. Lo mismo hicimos con las ornamentaciones del frente». La segunda parte de la casa, que en 1890 fue modernizada según la moda, recuperó su fachada color barroso. El frente de la tercera, será restaurado próximamente.
Son Altos de Elorriaga y de Ezcurra, en Alsina y Defensa
Por: Nora Sánchez
En un mes, la fachada de los Altos de Elorriaga va a lucir como en el siglo XIX, cuando desde el mirador de su terraza se veía el río. Tras los andamios, en Defensa y Alsina, ya asoma el frente blanco pintado a la cal, tan reluciente como cuando la casa fue construida, en 1808.
El muro estrangulaba, entre otras cosas, el crecimiento de ambas mitades de la ciudad. La frontera de Postdmaster Platz, fotografíada por Norbert Enker en 1990
Berlín es la capital trágica del siglo XX. Ese muro que cayó la noche del 9 de noviembre de 1989 pone punto final a un periodo catastrófico en el que la capital prusiana y alemana fue menos la protagonista que la víctima. Esa ciudad que creció en una llanura fluvial y lacustre ha sido la capital más cambiante de la historia contemporánea europea. Corte del reino prusiano primero y de la Alemania unida en el primer imperio después, capital democrática de la República de Weimar ya bien entrado el siglo XX, se convirtió con Hitler en urbe imperial y militarizada desde donde se controlaba un imperio totalitario en constante expansión y después en ciudad dividida, símbolo y víctima de la guerra fría hasta 1989, año de su auténtica liberación.
Los doce años de nazismo fueron un martirio para la ciudad y sus habitantes. Era la capital del III Reich, pero Hitler no tenía más que desprecio y rencor contra el símbolo del cosmopolitismo y de la vida urbana moderna y democrática. Había sido una de las grandes capitales del movimiento obrero europeo a principios de siglo, hasta culminar en la efímera revolución espartaquista de 1919 en la que por unos breves días los consejos de trabajadores y soldados tomaron el poder. Pocas ciudades en el mundo tuvieron en los años veinte la vitalidad y el dinamismo cultural, científico e industrial de Berlín. También fue, con la depresión económica, capital de la miseria y del paro, y caldo de cultivo del populismo extremista rampante, que llevaría a sangrientos enfrentamientos entre izquierdistas y nazis. De haber podido elegir, Hitler habría preferido Múnich como capital. Y aunque Berlín fue metrópoli nazi, lo fue a contrapelo: también fue ahí donde más cuajó la resistencia, donde conspiraron los conjurados con Claus von Stauffenberg, el militar aristócrata que intentó asesinar al Führer, y donde fueron sumariamente ejecutados.
Earlier this week, 1.5 million people filled the streets of Berlin, Germany to watch a several-day performance by France’s Royal de Luxe street theatre company titled “The Berlin Reunion”. Part of the celebrations of the 20th anniversary of the fall of the Berlin Wall, the Reunion show featured two massive marionettes, the Big Giant, a deep-sea diver, and his niece, the Little Giantess. The storyline of the performance has the two separated by a wall, thrown up by “land and sea monsters”. The Big Giant has just returned from a long and difficult – but successful – expedition to destroy the wall, and now the two are walking the streets of Berlin, seeking each other after many years apart. I’ll let the photos below tell the rest of the story. (35 photos total)
Maqueta de la Casa 100K, del arquitecto italiano Mario Cucinella.
El arquitecto italiano Mario Cucinella crea una casa que produce energía
ROBERTA BOSCO – Capri
Cien metros cuadrados por 100.000 euros y cero emisiones de CO2. Con estas premisas el arquitecto italiano Mario Cucinella ha creado la Casa 100K, una vivienda construida según los dictámenes del ecopensamiento y siguiendo un ideal de calidad arquitectónica, que integra sostenibilidad ambiental, ética en los comportamientos e impacto social positivo. «Apoyar el ahorro energético y la exigencias ecologistas no significa renunciar a la estética y la calidad. Por el contrario, la Casa 100K se rebela contra el principio de homogeneidad, que guía la arquitectura de la vivienda, para recuperar el placer de imprimir la propia identidad en el lugar donde vivimos. Es una casa a medida del deseo», asegura Cucinella. Su proyecto, que se ha presentado en el Capri Trendwatching Festival -un congreso organizado por la Fundación Capri que ha reunido a los principales abanderados de las nuevas tendencias en diversos ámbitos- no sólo mantiene un coste extremadamente bajo, sino que crea las condiciones para que buena parte de la inversión se recupere mediante la energía que la casa es capaz de generar. «Para cambiar el resultado hay que invertir la tendencia: pasar de edificios consumidores a productores de energía», sostiene Cucinella.
Este prototipo está basado en la investigación del profesor del Departamento de Proyectos Arquitectónicos de la US, Javier Terrados, en torno a la vivienda desmontable y el sistema ‘kit’ de muebles, presentándose como una solución «innovadora» de casa prefabricada, según ha indicado Andalucía Innova.
«El sistema de ‘kit’ consiste en concebir un elemento mueble que tenga no sólo la función de mobiliario, sino que sirva también para conformar las paredes exteriores de la casa y los elementos de la estructura», explica el ‘project manager’ del grupo de investigación Solarkit, Antonio Guillén. Quien ha indicado que el proyecto consta de una serie de muebles modulares a los que se incorporan las distintas funciones de la vida diaria, como el mueble lavabo o el mueble cocina.
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