La exposición de la Barrié se centra en la obra de grandes maestros del siglo XX.
Redacción / La Voz
Louis Kahn. El arquitecto se basó en dos cubos para diseñar esta casa, que fue construida en Estados Unidos entre 1960 y 1967. La Voz
Compañeros de oficio es el título de la exposición que la Fundación Barrié abrirá en su sede coruñesa el próximo 7 de noviembre y que analiza el papel que ha desempeñado la arquitectura vernácula en la obra de grandes renovadores de la disciplina durante el siglo pasado. Así, la muestra reúne ejemplos paradigmáticos de arquitectos de países y épocas muy diferentes entre sí, pero que articularon un lenguaje personal que se nutrió, en buena medida, de sus propias tradiciones constructivas. Alvar Aalto, Frank Lloyd Wright, Álvaro Siza, Tadao Ando o Glenn Murcutt no solo recurrieron a técnicas hasta entonces relacionadas con los artesanos, sino que las transformaron para incorporarlas a un discurso arquitectónico contemporáneo.
Esta capacidad inspiradora de la arquitectura vernácula y el uso que de ella hicieron los profesionales incluidos en la muestra sirve de eje de los planos, maquetas, fotografías y animaciones en tres dimensiones que conforman Compañeros de oficio.
Los visitantes podrán comprobar cómo los nuevos arquitectos sacaron la tradición de manos de movimientos como el historicismo y el regionalismo, como una solución a un tiempo de desarrollo y crecimiento demográfico que demandaba nuevos planteamientos de habitabilidad. Los materiales autóctonos y la experiencia secular proporcionaron herramientas para plantear otras fórmulas urbanísticas.
Único. Uno de los arquitectos más reconocidos mundialmente mostrará en Monterrey su trabajo a través de bocetos y planos. Fotos: Vanguardia - Cortesía
Bocetos, dibujos, planos, maquetas de los proyectos que desde 1960 ha desarrollado el arquitecto estadounidense Richard Meier serán mostrados en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
MONTERREY.- MARCO inaugurará el próximo 20 de octubre la exposición “Richard Meier: Retrospectiva”, un vistazo al trabajo que ha realizado el arquitecto a lo largo de su fructífera carrera.
En total son trabajos de 14 proyectos que incluyen lo mismo complejos turísticos, como edificios públicos y viviendas particulares.
La muestra estará integrada por 140 piezas, que muestran todo el proceso que hace Meier para la concepción de cada una de sus obras.
Cuatro salas sólo para él
La exposición, que cuenta con la curaduría y museografía del propio Meierestará instalada en las cuatro salas de la planta baja del recinto.
Meier es uno de los arquitectos más reconocidos a nivel mundial por el premio Pritzker, que recibió en 1984. Nació en 1934 y ha trabajado para diferentes firmas internacionales. Abrió su estudio en 1963 y a lo largo de su carrera ha seguido una línea determinada y permanente en sus proyectos.
Los edificios que ha construido tienen un estilo inconfundible en donde tienen la misma importancia la claridad de las líneas, la armonía, los espacios y la luz.
Su primer trabajo reconocido a nivel internacional fue en 1960 gracias al proyecto de la casa Smith, Darien en Connecticut.
Richard Meier en el festival de cine de Tribeca en 2009. Wikipedia
Monterrey, NL. Maquetas, bocetos, renders, fotografías y una variada selección de objetos de diseño industrial realizadas por el arquitecto estadounidense Richard Meier (1934), serán exhibidas a partir del 20 de octubre en el Museo de Arte Contemporáneo (Marco), de esta ciudad.
A manera de homenaje, el recinto albergará las obras más emblemáticas del reconocido arquitecto, quien en 1963 abrió su propio estudio y desde un principio ha seguido una línea determinada y permanente en sus proyectos.
Desde el principio, Meier ha seguido una línea determinada y permanente en sus proyectos. Ha dejado de lado las tendencias pasajeras y las modas, y se ha mantenido fiel a sus ideas.
Aunque sus edificios más recientes muestran un refinamiento respecto a los iniciales, siguen siendo de un mismo estilo inconfundible, en los que Meier concede siempre la misma importancia a la claridad de líneas, a la armonía, a los espacios y a la luz. La organización de sus edificios se basa en tramas geométricas que obedecen a condicionantes de su entorno, y le ayudan en el ordenamiento de los espacios interiores y exteriores. En su inmensa mayoría, los edificios de Meier son blancos, el color que considera el más puro ya que reúne a todos los demás y va cambiando de tonalidad durante el día.
Mi comentario: es uno de mis arquitectos favoritos. Tuve el honor de conocer a Richard Meier en una conferencia que dicto en el complejo Galería de Arte Nacional – Museo de Ciencias de Caracas del Parque Los Caobos (otra pieza arquitectónica de gran nivel, legado del Maestro José Miguel Galia) – durante mis días de estudiante, incluso conversar con el unos minutos.
Por mucho tiempo tuve en mi pared un hermoso afiche de su exposición – visita – conferencia autografiado y dedicado; se perdió en tanta mudanza. Arquitecto con una personalidad impactante, culturalmente una esponja. Hizo descriptivos y pedagógicos relatos de sus visitas a los «Bloques de El Silencio» y la «Quinta Anauco«, pese a que apenas permaneció en la ciudad por unas horas, con motivoe la celebración del Día del Arquitecto (4 de julio en Venezuela) Recuerdo su elogio de la arquitectura de Carlos Raúl Villanueva y su respuesta al trópico con galerías, columnatas, patios – algo muy propio de la esencia de la arquitectura española tradicional y que tanto muro cortina y fachadas acristaladas parecen querer que olvidemos ;-(
Iglesia de IESU, vista desde el Parque de la Memoria en la Avda. de Barcelona de Donostia San Sebastián. Obra de Rafael Moneo. Simoncio - Wikipedia.
Una muestra en Rezola revela cómo se construyó la parroquia Iesu en Riberas de Loiola. El edificio se completa en diciembre con la inauguración del supermercado. «El templo no se mezcla con los mercaderes», ironiza el arquitecto.
MITXEL EZQUIAGA | SAN SEBASTIÁN.
«Hace falta mucha obstinación y resistencia para terminar una obra y demostrar a los demás, y a uno mismo, que las ideas que tenías en la cabeza funcionan en la realidad». Lo decía ayer Rafael Moneo a propósito de su iglesia construida en el barrio donostiarra de Riberas de Loiola. El arquitecto navarro está feliz porque ese edificio tiene ya vida propia, «tomado» por los vecinos. Y cuenta con alegría el número de bodas, bautizos y comuniones que se han celebrado en la iglesia desde su inauguración, el pasado mayo.
Moneo buscó conceptos como simplicidad, pureza, recogimiento o escala humana al idear ese proyecto encargado por la diócesis donostiarra. Todo el proceso necesario para construir la iglesia queda ahora reflejado en la exposición inaugurada ayer en Museum Cemento Rezola, en Añorga, que permanecerá abierta hasta el 15 de enero. Maquetas, planos y textos permiten descifrar el ‘making of’ de ese tercer proyecto que lleva la firma de Moneo en San Sebastián, tras el Edificio Urumea y el auditorio Kursaal.
Una lección de arquitectura
Fue una inauguración alejada de los formalismos y convertida en una lección de arquitectura gracias al espíritu de este creador poco amigo de los convencionalismos. Los responsables de la empresa Rezola, que ha tenido un papel fundamental en la construcción del templo, ejercieron de anfitriones para Rafael Moneo, los promotores del barrio de Riberas que han colaborado en la financiación de la iglesia y numerosos arquitectos guipuzcoanos también estuvieron allí.
Y ahí estaban también el alcalde de San Sebastián, Juan Karlos Izagirre, con ediles del Ayuntamiento como Eneko Goia o José Luis Arrúe. Todos ellos escucharon cómo Moneo fue contando el proceso de creación del edificio apoyado por diferentes imágenes. Al final el propio alcalde mostró su entusiasmo por lo escuchado. «He aprendido mucho y a partir de ahora veré ese edificio con otros ojos».
La exposición: ‘Moneo, parroquia para Riberas de Loiola, Iesu‘, estará abierta hasta el 15 de enero. Ha sido realizada en colaboración con el estudio del arquitecto.
La Iglesia de Iesu (nombre griego de Jesús) es un templo católico de estilo moderno y diseño minimalista, construido en el siglo XXI y sito en la “Avda. de Barcelona” en el barrio de Riberas de Loiola de Donostia-San Sebastián. Ubicada en la margen izquierda del rio Urumea junto al Jardín de la Memoria, las obras dirigidas por el arquitecto Rafael Moneo duraron cuatro años y el edificio se termino de construir en la primavera de 2011, consagrándose al culto en ceremonia presidida por el obispo José Ignacio Munilla Aguirre el 14/05/2011.12345
· El arquitecto navarro recorre en esta exposición todo el proyecto de su singular templo donostiarra, en la que ha participado FYM-Italcementi con un innovador recubrimiento.
El Museo de Cementos Rezola repasa a través de maquetas y fotografías la construcción de la iglesia donostiarra de Iesu, diseñada por el arquitecto navarro
Una «Casa del Pueblo» olvidada en un almacén industrial, un inmueble vendido por piezas o unos grandes almacenes demolidos son algunas de las principales obras perdidas del arquitecto belga Victor Horta, el maestro del ‘Art Nouveau‘, presente en una exposición en Bruselas.
Para darlas a conocer al público, y coincidiendo con el 150 aniversario de su nacimiento, una serie de planos, croquis y fotografías se exponen en una de las creaciones del artista, la Casa Autrique, actualmente un museo, en la exposición «Victor Horta: un mundo perdido«.
Horta está considerado como uno de los más grandes arquitectos de Bélgica y una de las figuras de la corriente artística del ‘Art Nouveau’ o modernismo, que imperó en Europa a finales del siglo XIX y principios del XX.
Nacido en la ciudad flamenca de Gante en 1861, Horta fue el mayor exponente del modernismo hasta la Primera Guerra Mundial, cuando, durante su exilio en Estados Unidos con motivo de la ocupación alemana de su país, decidió abandonar este estilo para abrazar el ‘Art Déco‘, mucho más simple y clásico.
Este abandono provocó que muchas de sus obras fuesen ignoradas durante años, hasta el punto que algunas fueron incluso demolidas antes de la muerte del arquitecto, en 1947.
Obras de Victor Horta Patrimonio Cultural de la Humanidad
Entonces «había poca gente para decir que no se podía demoler esos edificios y que años después lo lamentaríamos, pero años más tarde lo hemos lamentado», asegura a EFE Alexandra Rolland, encargada de la Maison Autrique.
«Es difícil creer que una obra arquitectónica celebrada en su tiempo, con poco más de un siglo y construida con un saber hacer magistral y materiales de calidad se haya revelado tan frágil», subraya.
La Casa del Pueblo, diseñada como sede cultural y social del Partido Obrero Belga, es la mayor de las obras destruidas.
Aunque ya fue modificada a inicios de siglo, en 1963, y pese a numerosas peticiones internacionales para evitarlo, incluso del Congreso Internacional de Arquitectura, fue desmontada para dejar su espacio a una torre de veintiséis pisos.
Los restos fueron conservados en un almacén durante años, pero al final acabaron perdiéndose salvo pequeñas piezas, algunas de las cuales se exponen ahora en la Casa Autrique.
Otra de las casas que aparecen en la exposición fue la Casa Aubrecq, que también fue desmontada y varias de sus habitaciones vendidas.
Hoy en día su fachada descansa en un almacén mientras espera ser reconstruida a finales de año en un solar cercano a la Casa Autrique.
ARTHUR SCHOPENHAUER: "La arquitectura es música congelada. - Imagen: Revista Ñ / Clarín
De Monteverdi a Miles Davis y de allí a los efectos sonoros del cine, la arquitectura tuvo un rol central en la historia de la música. Estudios y discos recientes vuelven a poner esa relación en primerísimo plano.
Por: Juan Carlos Garay
Hace apenas unos meses se llevó a cabo la cuarta versión del Festival Internacional de Música en Cartagena de Indias. Entre tantos festivales dedicados a la música clásica, éste tiene un atractivo especial. La ciudad en que García Márquez ubicó su novela El amor en los tiempos del cólera conserva todavía el sistema de transporte de carrozas tiradas por caballos, los añejos faroles en las fachadas de las casas y, en general, la arquitectura de los siglos diecisiete y dieciocho. Algunas cosas han cambiado, pero no mucho: los primeros conventos de monjas, hoy convertidos en lujosos hoteles, mantienen más que el nombre y la fachada. Cada celda es ahora una lujosa habitación, pero la roca sólida, los dinteles bajos, parecen contener los ecos de los rezos o los suspiros de las novicias.
Los conciertos que se ofrecieron en las capillas de los hoteles nos mostraron algo más allá del refinamiento de los intérpretes. Nos mostraron un sonido característico, una resonancia especial entre esos altos muros de piedra blanca y esas enormes vigas de madera. La capilla del hotel Santa Clara, construida en 1617 para la oración de las monjas Clarisas, dejó resonando durante eternos segundos las enormes vibraciones de Fratres para violín y orquesta de Arvo Pärt. En tanto que la capilla del hotel Santa Teresa, de la misma época pero más pequeña, se prestó para músicas de cámara, más íntimas, como las Escenas infantiles para piano de Robert Schumann. Nunca como en ese momento fue tan evidente la frase que dijera Schopenhauer: «la arquitectura es música congelada«.
Es irónico que sólo a partir de esas experiencias extremas volvamos a reflexionar sobre el espacio como componente de la música. Las dimensiones, los planos, las proporciones con que trabajan los arquitectos son conceptos que también, a su manera, ocupan a los compositores. En el marco de las religiones, por ejemplo, la creación sonora ha estado ligada al espacio en que se interpreta. La psicóloga Susan Elizabeth Hale propone que las cuevas, nuestros primeros habitáculos, nos parecían acogedoras por ser una remembranza del útero.
De ahí brota el impulso humano de construir, de inventar nuevos espacios para magnificar esa sensación. En su libro Sacred space, sacred sound, Hale recrea ese trayecto de la cueva a la capilla y luego a las grandes catedrales, deteniéndose especialmente en el aspecto sonoro. Como su especialidad no es la física, sus definiciones acústicas terminan pareciéndose más a una poesía mística. De la Catedral de Chartres, en Francia, dice: «Es música en sí misma. La catedral puede hacer un eco con el sonido más leve. Incluso los susurros suenan como un aleteo de ángeles en el cielo». Pero algo queda resaltado a lo largo de su libro: cada lugar tiene una reverberación única determinada por las dimensiones, los materiales, la temperatura, la humedad y tantas otras sutiles variables. No hay dos construcciones que suenen igual.
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