
REPORTAJE
El Conde Duque muestra el trabajo de Isidro González Velázquez, autor del Obelisco del Dos de Mayo y del Senado.
RAFAEL FRAGUAS – Madrid
Isidro González Velázquez, uno de los arquitectos de más fuste en el Madrid a horcajadas entre los siglos XVIII y XIX, sale desde ayer de un olvido en el que su figura se hallaba sumergida. Permaneció arrumbado durante décadas, pese a haber sido precisamente él quien erigiera uno de los hitos más sustantivamente propios de cuantos Madrid alberga: el Obelisco a los héroes del Dos de Mayo, en la plaza de la Lealtad. También ideó el palacio del Senado o la Casita del Labrador, en Aranjuez.
Su obelisco es aún hoy canon de serena armonía que el discurrir de la historia ha convertido en emblema de un ideal patriótico civil a salvo de la erosión del tiempo y de las rapiñas ideológicas. Así, el gran hito, 150 años después de su erección, pudo integrar con plena naturalidad, en 1985, una llama votiva que tributa recuerdo perenne a todas y todos cuantos dieron su vida por una España mejor.
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