
EFE | MADRID
Escultor, pintor, arquitecto y teórico del arte, Georges Vantongerloo es un ejemplo de que son posibles «otras modernidades» reivindicadas por el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para quien la muestra que esta institución dedica al creador belga «es una joya».
«Georges Vantongerloo. Un anhelo infinito» muestra más de ochenta obras realizadas entre 1917 y 1965 que suponen un amplio recorrido por la obra de un «gran desconocido» en España a pesar de ser uno de los más relevantes artistas y pensadores del pasado siglo, que buscó el infinito a través de esculturas creadas con la humildad del plexiglás.
Abordar el estudio de su obra bajo el prisma de sus últimas producciones «significa desplazar el acento que la historiografía del arte moderno había puesto sobre momentos sucesivos», según Borja-Villel, para quien «abrir el espectro a una visión del arte contemporáneo más heterogénea y acorde a nuestro presente forma parte de la voluntad del museo».
Atrapado entre «la modernidad y el modernismo«, desde unas propuestas transversales que tienen que ver con el diseño y la arquitectura, «evolucionó hacia un arte más ambiguo e indefinido. No quiso representar lo real, sino el cosmos y el infinito. No fue de lo individual a lo público, sino que, por el contrario, evolucionó hacia lo humilde».
Vantongerloo (Amberes,1886 – París,1965), inscrito en la experiencia de las vanguardias históricas y marcado por la invención de la abstracción, «firmó el manifiesto del grupo De Stijl, junto a Mondrian y Van Doesburg«, ha recordado Borja Villel para quien la introducción de la curva en sus pinturas le permitió crear un espacio más libre y abierto. «A través de la curva encuentra una orientación propia y busca reflejar el elemento del infinito a través de algo muy moderno: la creación de diagramas para entender este mundo».
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