
Confesiones de un taxista
Un exquisito palacio porteño, cuna de ricos y «patos»
Por Carlos Guarella
Especial para lanacion.com
El Palacio de Los Patos tuvo su origen en París, según el comentario que hiciera el señor Manuel Chopitea, hijo de don Alfredo Chopitea, propietario original del monumental edificio. Don Alfredo viajaba de manera habitual a Europa con toda su familia. En uno de esos recorridos quedó fascinado con un edificio que vio en la Ciudad Luz y pergeñó la idea de construir uno igual en Buenos Aires. Entonces, ubicó y contrató al arquitecto francés que lo había construido para lograr su sueño. Se trataba de Henri Azière, que sobre los datos del terreno porteño disponible, confeccionó los planos del nuevo edificio.
Pero Don Alfredo consideró que podían aprovecharse mejor los espacios. Entonces contrató al arquitecto Julio Senillosa y modificó el proyecto original. Alcanzaron así las 144 unidades funcionales, que combinaron el diseño original de Azière, el interés de Chopitea y el valioso aporte de Senillosa.
El origen del nombre Palacio de Los Patos es bastante controversial. No hay datos fehacientes, pero contaré lo que pude obtener basándome en el libro Historia del Palacio de Los Patos, del escritor Jorge Ercasi.
La tradición dice que los primeros inquilinos fueron familias de buena cuna y delgada billetera. La leyenda cuenta que en este edificio encontraron el lugar ideal para disimular sus penurias y aparentar que todo seguía igual. En el lunfardo porteño, la palabra «pato» expresa a la persona carente de dinero. Es que el plumaje del pato, aún estando en el agua, siempre está «seco».
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