
Diseño
Arquitectura sin maquillaje
El museo Can Framis reivindica la antigua pobreza de un barrio barcelonés
ANATXU ZABALBEASCOA – Madrid
Barcelona ha echado el freno. El nuevo vecino de la Torre Agbar de Jean Nouvel y del estilizado hotel de Dominique Perrault no quiere maquillajes. El museo Can Framis prefiere antes un collage que revela los ladrillos y el hormigón basto de la vieja industria del barrio barcelonés Poble Nou que las nuevas pieles que empieza a gastar el vecindario. El arquitecto Jordi Badía lo tuvo claro. Un museo en el que exponer arte catalán contemporáneo no podía ignorar los cimientos del antiguo barrio fabril. Guinovart y Tàpies tienen más que ver con los viejos ladrillos que con los brillantes muros cortina de los nuevos rascacielos.
Poble Nou (Pueblo Nuevo) nació en el siglo XVII en el extrarradio barcelonés, cuando la abundancia de agua, el bajo precio de los terrenos y la cercanía al corazón de la ciudad fomentaron la aparición de pequeños talleres textiles. Luego llegaría la industria y, posteriormente, la electricidad. Fue ese crecimiento pausado lo que hizo del barrio un lugar singular, una especie de polígono con forma de pueblo en el que los quioscos y las fuentes convivían con las chimeneas. Allí los trabajadores convivían familiarmente con la industria. Hasta que, en los años setenta, esa industria pequeña empezó a desaparecer. Fue entonces cuando Poble Nou dejó de ser nuevo. Y el barrio empezó a cambiar.
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El museo Can Framis reivindica la antigua pobreza de un barrio barcelonés
lanacion.com | Arquitectura | Miércoles 10 de junio de 2009
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Un comentario en “Arquitectura sin maquillaje · Museo Can Framis”