La invasión de proyectos rimbombantes firmados por profesionales de otros países redunda en la exclusión de la matrícula local, más que capacitada para encarar obras de gran envergadura.
Roberto Pizarro. Arquitecto y planificador urbano
Solo con el ánimo de contribuir a la reflexión, tan escasa en estos tiempos, sobre los asuntos que inciden de manera decisiva sobre el futuro desarrollo de la ciudad, quiero hacer conocer mi opinión en relación a la inusitada «invasión», durante los últimos años, de megaproyectos rimbombantes, que involucran invariablemente a mediáticos arquitectos foráneos; quienes con un ego muy exagerado quisieron dejar su impronta, en especial en el área de Puerto Madero, donde comitentes exclusivos se mostraron siempre dispuestos a financiar dudosos ejemplos de innovación arquitectónica.
Lamentablemente, ello trajo aparejado la exclusión automática de la matrícula vernácula, que ha dado cuenta con creces de que está a la altura de los acontecimientos, con trayectorias emblemáticas de personajes tan respetados como Clorindo Testa, Mario Roberto Alvarez, Horacio Baliero, Juan Manuel Borthagaray, Justo Solsona, Togo Díaz… para hablar sólo de la vieja camada de los «maestros», sin mencionar a sus «sucesores»…
desde ¡Por qué arquitectos extranjeros!.
Esta nota de opinión viene al caso sobre la polémica incursión probable de Frank Gehry en Venezuela – la inquietud luce similar en toda Latinoamérica…
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Arquitectonico 
No concuerdo con la opinión de Roberto Pizarro. Es cierto que hay ciertos arquitectos estrellas que son más seguidos por los medios de lo que deberían, pero la innovación tecnológica es real. El problema es que no está siendo tan desarrollada en Latino América, y no se han visto muchas aplicaciones de ésta en la solución de problemas latinoamericanos, pero sí que hay algunos buenos casos, como los chilenos Alejandro Veliz o Luis Felipe González Böhme.
No estoy de acuerdo en hacer encargos arbitrarios para proyectos emblemáticos, como la probable incursión de Gehry en Venezuela, pero creo beneficioso el que arquitectos extranjeros participen de concursos nacionales en Latino América. Tener buenas obras de arquitectura es beneficioso para la ciudad y la cultura y los concursos ciertamente son la vía más democrática. Para ello las entradas tienen que ser anónimas y el jurado tiene que saber evaluar lo más pertinente para cada caso (incluyendo, sin limitarse a la estética), por lo que no puede ser cualquier figura pública, por respetada que sea, sino demostrados expertos en la materia en cuestión. Si así, con meritocracia y libre competencia, aún ellos nos ganan por tener proyectos mejores, bienvenido sea. A ver si despertamos y damos el cambio de paradigma también, que algunos pocos de nosotros ya lo han hecho y han triunfado fuera de nuestros países.
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Coincido en varios de tus planteamientos… en principio, creo que hay lugar para todos: y que siempre es bienvenida la buena arquitectura, mas aun si esta abierta a la innovacion 😉
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